Aunque todo depende del tipo de vida que se quiera llevar, no creo que deba existir una lucha infranqueable entre lo material y lo espiritual. Para algunos puede ser prioritario atesorar cosas, mientras que para otros lo vital será trascender y dejar verdaderas huellas en el alma.
Considero que los extremos son malos. Usted se puede ir, como los ermitaños, a vivir a una montaña y durar toda la vida orando, pero eso no quiere decir que tenga ganada su paz. Por otro lado, de nada le sirve tener la mayor cantidad de dinero en las cuentas bancarias si, en últimas, no logra ser feliz.
Es preciso buscar el equilibrio que le permita gozar y cubrir cosas básicas y, al mismo tiempo, liberarse de ‘taras’, quemar sus karmas y seguir la Voluntad de Dios.
En síntesis, podría decir que a su vida no solo la enriquecen los logros físicos y materiales, porque estos son apenas algunos de los muchos aspectos que componen su mundo de objetivos vivenciales. A ellos debe sumársele su desarrollo armónico e integral.
No puede olvidar la importancia de su esencia ni el ilimitado mundo de lo que representa trascender en su propia realidad.
Una exagerada atención al dinero, al físico y a la sola prosperidad, como suele ocurrir en estos tiempos de poderes y ambiciones, pone un velo de oscuridad sobre las demás necesidades de su vida y sobre las otras y más valiosas fuentes de bienestar personal y de plenitud existencial.
Pero también es imperdonable el olvido de lo fundamental, del dinero y de las cosas materiales porque, tarde o temprano, eso le va a generar muchísimas contrariedades.
Para hallar ese equilibrio del que hablo debe empezar por reconocer en usted cuál es su realidad y qué es lo que quiere hacer con su entorno.
Dé su mejor esfuerzo por trascender, tanto en su vida personal como en su vocación de servicio, pero sin olvidar que debe subsistir.
Eso sí, hay que proceder de buena fe. Lo menciono porque todo en la vida tiene su compensación y la justicia divina hace que el Universo no se quede con nada de cuanto le dé. Bueno o malo, el universo siempre le devuelve cosas de la misma naturaleza de la que ha aportado.
Es decir, si sus acciones han sido nobles y propositivas, los resultados serán igualmente agradables y satisfactorios; pero si no ha actuado correctamente y se ha enfocado solo en lo material, tendrá situaciones que no lo harán sentirse bien con usted mismo.
Siendo prácticos, diría que hay que hacer meditación, orar y encontrar la paz de su alma; pero al mismo tiempo trabajar, ser disciplinado y ser fiel a lo que cree.
Es decir, trabaje para sostener su mundo físico, teniendo la consciencia de su mundo espiritual.
Ojo: no es que tenga que ir a misa o que deba cargar a toda hora un rosario; el asunto consiste en entablar un diálogo con su mundo interior y con Dios; sin olvidar que tiene una labor por desempeñar y que obviamente puede entregarse al arte de vivir, incluyendo los placeres.
Es decir, que la buena fe y la disciplina sean las bases de su vida y desde ahí pueda obrar en todos los espacios de su vida.

EL CASO DE HOY
Las inquietudes asaltan con frecuencia a nuestro estado de ánimo, sobre todo en tiempos tan complicados como los que vivimos. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo afectan en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar en esta página. Puede enviar su testimonio a Euclides Kilô Ardila al correo: eardila@vanguardia.com En esta columna, él le responderá. Veamos el caso de hoy:
Testimonio: “Durante los últimos meses he padecido duras situaciones que me tienen al borde del límite y que no me dejan dormir en paz. Las cosas no me han salido como esperaba. Creía que tenía todo bajo control pero, de repente, mi entorno se vino al piso y no sé cómo enfrentar este caos. Eso me ha hecho sentir frustrado y deprimido. A veces siento un deseo profundo de huir y de abandonar lo que me rodea. Soy un hombre que cree en Dios pero, aún así, no logro asimilar lo que ocurre con mi vida. ¿Qué consejo me puede dar? Muchas gracias”.

Respuesta: Comprendo lo que está sintiendo; no obstante, diría que es relativamente ‘normal’ lo que vive. Se lo digo porque cuando las cosas salen mal nos acongojamos. Muchos, al igual que usted, tienen experiencias qué contar sobre situaciones que no les salieron bien y que al principio no entendían el por qué de esos resultados negativos.
Tal vez lo que la vida quiere decirle con esos sucesos incómodos y difíciles que hoy alteran su tranquilidad y armonía es mostrarle ciertas realidades que debe afrontar y que, de pronto, no había querido tomar en cuenta.
El pensar que tenía todo “bajo control”, de alguna forma, le recuerda que debe contemplar otras posibilidades. Si no lo hace, por más consejos que le dé, no podrá procesar lo que vive.
En lugar de escapar de las situaciones o esconderse de ellas, abra bien los ojos y procure sacar el máximo provecho y aprendizaje de esas lecciones. De alguna forma, lo que vive hoy lo obliga a enfrentar aquellas cosas que teme y que le disgustan para hacer luego lo que realmente quiere y puede.
Las situaciones difíciles solo se resuelven favorablemente cuando se tiene el coraje de enfrentarlas con mentalidad adulta, con valentía de guerrero y con corazón noble y generoso.
Aprenda a ceder un poco, sin que por ello deba resignarse a sufrir. Comprenda y acepte que todo en la vida tiene una razón de ser y que, en cierta medida, a veces hay que recomponer el andar.
Insisto en decirle que debe, de alguna forma, rediseñar su vida y buscar otras vías para ‘desenredar la pita’.
¡Claro está que en ese proceso se debe tener fe, pues con ella tendrá mejor disposición y capacidad para sacar adelante todo lo que se proponga!
Me alegra que diga que es usted un hombre de Dios, porque debe tener presente que nada se escapa de la atención de Él; y eso incluye la situación por la que pasa. Dios está atento a la oración que haga y a su voz de auxilio.
Aunque no entienda lo que pasa y no conozca la respuesta a todos los ‘por qués’, tenga la certeza de que el Creador le dará el alivio que tanto requiere. Lo importante es que lo busque en medio de esas pruebas que vive y que invoque su Misericordia.
BREVES REFLEXIONES

* Un buen amigo es como un perfume: si es original, siempre sentirá su presencia en donde quiera que usted se encuentre; y si es falso, lo percibirá solo por un rato. No necesita tener muchos amigos, sino el mejor.
* Cuando la vida es dulce, dé gracias y celebre; y cuando sea agria, dé gracias y crezca.
* ¡Viva y deje vivir! Usted no necesita magia para transformar su mundo, pues ya tiene en su interior todo el poder que necesita. Si algo no le gusta, cámbielo; si algo le da miedo, supérelo; y si algo lo enamora, ámelo.
* Cuide su hogar, protéjalo y no permita que quede a la deriva por culpa de erradas decisiones. Recuerde que usted se convierte en lo que le rodea y, en ese orden de ideas, arrastra o protege a sus familiares. Tenga presente que las energías son contagiosas y de su actitud depende lo que les pase a sus seres queridos. Elija con cuidado lo que quiere hacer, entre otras cosas, porque su entorno terminará atrapándolo y tendrá que acostumbrarse a vivir en él.
Aunque todo depende del tipo de vida que se quiera llevar, no creo que deba existir una lucha infranqueable entre lo material y lo espiritual. Para algunos puede ser prioritario atesorar cosas, mientras que para otros lo vital será trascender y dejar verdaderas huellas en el alma.
Considero que los extremos son malos. Usted se puede ir, como los ermitaños, a vivir a una montaña...