Faltaban 15 minutos y Atlético Bucaramanga, por más que intentaba, no lograba desequilibrar el 1-1 ante el Cali, que lo alejaba de los ocho, en la penúltima fecha del Campeonato Colombiano de 1999.
A Norberto Peluffo, DT del ‘Leopardo’, la noche se le venía encima y más aún cuando decidió ingresar al sub-20 Luis Gabriel Rey y el estadio, lleno como pocas veces, casi se cae de la ‘piedra’, inconforme por el ingreso del ‘pelao’, en reemplazo de Oyie Flavie.
“Nunca me insultaron tanto en un partido”, recuerda siempre el estratega. Pasaban los minutos y las ofensas crecían porque no llegaba el gol.
En el minuto 37 aterrizó un balón en el borde del área ‘azucarera’ y ‘El Conejo’ brincó, como cuando se escapaba de casa a jugar de un lado para el otro, para anticipar al defensa y de cabeza ‘bañar’ a un arquero Rafael Dudamel que quedó a mitad de camino.
De los insultos, a los elogios; de la adversidad, a la recompensa por la constancia, así siempre le tocó al ‘Rey’ del Barrio La Cumbre.
No fue profeta en su tierra o, mejor, no lo dejaron ser. En el club búcaro estuvo dos años y no fueron fáciles, hasta de lateral lo pusieron, pero fortalecieron su carácter para después triunfar en el balompié mexicano, donde inscribió su nombre entre los máximos artilleros extranjeros de la historia, con cerca de 200 goles anotó.
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La edición de trata de noticias positivas, y quisimos contactarlo, porque él es la fiel prueba de que a pesar de las dificultades, siempre la perseverancia deja un espacio para superarlas.
Lo encontramos otra vez en México, donde jugó 17 años. Allí realizaba un curso de entrenador cuando, como dice él, la pandemia lo agarró con los ‘calzones abajo’, porque por más años vividos en la tierra de la ranchera, aún habla golpeado como buen santandereano, suelta uno que otro ‘hijue...’ y la voz se llena de orgullo cuando habla de La Cumbre.
Del baúl de los recuerdos salieron a relucir sus primeros pasos, cuando su padre, zapatero, le hacía los guayos; de ese paso por el Atlético donde quedó marcado por la falta de oportunidades para el jugador de la región; de su adaptación al fútbol ‘manito’, de donde alguna vez se quiso devolver, pero su otro padre, don Eduardo Villamizar, evitó que cometiera el error; de su explosión en la Liga Azteca; de su paso por la selección Colombia y de su futuro.
ENTREVISTA CON LUIS GABRIEL REY
Del club Conucos al Bucaramanga
¿Esos dos años en el Atlético fueron muy complicados?
“Es lo difícil de cómo valoramos al jugador de nuestra tierra. Esos dos años fueron duros, complicados, pero al fin de cuentas formaron mi carácter”.
Norberto Peluffo siempre cuenta que jamás lo insultaron tanto, como cuando lo puso contra el Cali
“Sí... (Risas), esa historia la cuenta siempre ese ‘loco’. La gente estaba ‘joda que joda’, pero yo soy un convencido de lo que uno tiene; y todos esos insultos se cambiaron en diez minutos porque hicimos el gol de ganar”.
Cómo así que Édgar ‘El Peinadito’ Ospina lo puso de lateral
“(carcajada) ese fue un ‘loco’ hermano. No, no, no... ‘El Peinadito’ es un personaje, con ese ‘loco’ pasé mi etapa más dura en el Bucaramanga, porque toda la vida fui delantero y a ese ‘man’ le dio la ‘loquera’ de ponerme de lateral”.
¿Cómo se da ese acercamiento con don Eduardo Villamizar (directivo), que siempre lo tiene presente y lo defiende como si fuera su hijo?
“Él sabe lo que yo opino de él, nos pasaron cosas muy curiosas. Cuando su hijo Eduardo jugaba en el Bucaramanga, él está tres o dos años por encima de la categoría mía, y don Eduardo (trabajaba como directivo del Atlético) me mandó a entrenar allá y cuando llego, al que sacan es al hijo (risas), pero nunca tuvimos problemas”.
A la conquista de México
¿Hay anécdotas de esos primeros años en México?
“Una vez yo me quería regresar porque extrañaba a mi familia, pero don Eduardo me dijo ni por el ‘putas’, qué va a venir a hacer por acá, en ese momento da tristeza, pero tenía razón; él ha sido como un segundo padre”.
¿Muy duros esos inicios en México?
“Uno menospreciaba la B, pero cuando llegué, me costó porque era un fútbol muy rápido y lo tomé como una adaptación para el primer equipo, porque el Atlante tenía cuatro equipos en la B y dos en la A, entonces tenía la ilusión de quedar en alguno y así fue, después de dos años, me subieron”.
¿En algún momento tuvo dudas?
“Siempre hay adversidades. Cuando estaba en Acapulco, que fue mi último torneo en la B, todo iba bien, estaba entre los goleadores. No ganábamos tanto dinero pero tampoco nos pagaban y habían pasado tres meses y estaba aburrido, porque si no cobras cómo vives. Llamé a don Eduardo y me dijo: no se venga, quédese, con los torneos que ha hecho aparece otra oportunidad. Y al final casi ascendemos y me subieron a Primera”.
¿Con qué se queda de su paso por la Primera de México?
“Tengo los mejores recuerdos. Con Atlante tuve una de las mejores épocas. Pasé a Morelia, equipo al que le guardo cariño, porque viví tres etapas; recuerdo un gol de chilena contra Chivas en 2009. Estar en América nos dio ese plus de pelear siempre arriba y en general las cosas funcionaron”.
¿Se sorprende de lo que hizo?
“No me sorprende, porque trabajé para eso, lo que me emberraca fue no llegar a Europa. Llegó la oportunidad de jugar en Francia, pero el Morelia no quiso vender”.
Siempre en La Cumbre
Su padre zapatero y él mismo le hacía los guayos
“Pues ‘mano’, yo soy de una familia muy humilde y de un barrio muy hermoso como La Cumbre. La dificultad me ejerció ese don de la berraquera, entonces mi papá me hacía mis ‘guayitos’ con retazos y eso nos enseñó a crecer”.
¿El estilo de vida de su familia cambió drásticamente con su carrera?
“Sí cambió, pero seguimos siendo los mismos, con la misma humildad, seguimos viviendo en nuestro barrio”.
La acción en la que le dice al juez que no hubo mano, luego de sancionar un penalti, lo define como ser humano
“Fue una acción espontánea, como que te sale de algún lado, pero como ser humano tenemos más virtudes. El hecho de salir de un lugar humilde, hace que aprendas a valorar las cosas”.
¿Sus tres hijos siguen sus pasos?
“Ellos quieren jugar, pero como les digo, solo Dios sabe y de mi parte los voy a apoyar como hizo mi padre. A los tres les gusta, pero depende de ellos”.
¿Y son delanteros?
“Los dos primeros son delanteros, son ‘pelaitos’ que tienen condiciones, pero les falta mucho trabajo y mucho camino por recorrer”.
En la Selección Colombia
¿Fue difícil no ir al Mundial de 2006, después de sus destacadas actuaciones en las Eliminatorias?
“Es otra de las puyas que quedaron ahí. Te quedas con eso de ‘ash juepucha’, tan cerca pero tan lejos, pero analizando la situación creo que no se hizo lo suficiente para calificar”.
¿Por qué cuesta ver santandereanos en la Selección Colombia?
“Yo veo tres problemáticas. Una es que creo que todavía no estamos formando como se debe. La segunda es que al jugador santandereano le damos la oportunidad y nos olvidamos de él, debemos acompañarlo más. La tercera depende mucho de nosotros mismos como jugadores, de que busquemos más allá esa oportunidad”.
Una pared con Rey
¿Cuál jugador de su época admiró?
“El Fenómeno Ronaldo, sin duda”.
¿Alcanzó a compartir con él?
“Yo estuve en el banco en un partido de Eliminatoria y veía al ‘cabrón’ como nos hacía diferentes situaciones, como se posiciona, como se perfila, como arranca, te sorprendía un tipo con esa habilidad y esa potencia física”.
¿Lionel Messi o Cristiano Ronaldo?
“Son unas fieras, pero soy admirador de Messi por todo lo que genera, más allá de los goles, todo lo hace bien; y Ronaldo es un goleador ni el ‘hijuepuchas’, pero es eso, goleador, y el otro hace todo lo demás”.
¿Faustino Asprilla o Falcao García?
“¡Jueputa! esa es brava ‘mano’, ‘El Tino’ a lo mejor si hubiera sido un ‘pingo’ más centrado, porque ese ‘marica’ es como ‘loco’, pero Falcao es un ‘man’ que se ve muy serio. Para mí los mejores son ‘El Tino’, ‘El Pibe’ y Falcao. Para mí ‘El Tino’ hubiera sido crack, pero me quedo con Falcao”.
¿Y un futbolista santandereano?
“De los que vi, ‘el enano Shermitan’, es un ‘pelao’ que es un líder positivo, tiene mucha visión de campo, maneja muy bien la pelota, o sea, muchas capacidades en ese cuerpito (risas)”.
¿Le quedó la espinita de no terminar su carrera en el Atlético?
“Me quedó la espinita pero fue la mejor decisión, cuando las cosas no son claras, cuando te dicen una cosa y después otra, yo no sirvo para eso y lo mismo me pasó cuando fui asesor”.
¿Cómo se ve en el futuro?
“Me gustan dos cosas, dirigir y formar jugadores, sobre todo por lo que pasé en Bucaramanga a lo mejor me crié con esa vaina y hoy que lo veo de afuera me asombro con tanto talento desperdiciado. Me gustaría dirigir o estar en el ámbito de asesor para desarrollar un proyecto”.