domingo 30 de abril de 2023 - 12:00 AM

La cuota del Eln

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Columna de
Cristina Plazas

Para nadie es secreto que los niños en Colombia son tratados como ciudadanos de segunda categoría. Muchas veces me pregunto si el mundo realmente dejó de percibir a los niños como en la antigüedad, en donde eran considerados seres inferiores a los que estaba permitido dar muerte, vender, mutilar y maltratar, sin ninguna traba. Cómo no hacerlo, si ocurren sucesos como el de esta semana, donde el jefe negociador de paz del gobierno, Otty Patiño, manifestó que no sabía si el grupo terrorista del Eln reclutaba y, luego, al ver el rechazo de muchos, aceptó que sí hay menores en sus filas, pero que no le constaba que hubiesen sido reclutados forzosamente. Considerar que los niños ingresan a las filas de los grupos al margen de la ley voluntariamente no solo es una violación del derecho internacional humanitario, sino un acto de inhumanidad. Sin duda, igual de grave que cuando el exministro de defensa, Diego Molano, los rotuló como máquinas de guerra.

Estas declaraciones debieron estremecer al país, pero, desafortunadamente, salvo unos cuantos pronunciamientos, trinos y menciones en los medios, el país siguió como si nada. Insisto, como son niños y no votan, las voces de los pocos que los defendemos se pierden entre tanta noticia política intrascendente.

Lo insólito es que cuando Molano pronunció esas palabras, la oposición del gobierno Duque se fue lanza en ristre contra el funcionario, como se lo merecía, y hoy se lo siguen reclamando cada vez que asoma la cabeza; mientras que con las de Patiño, la mayoría ha guardado un silencio indignante. ¿Dónde están aquellos que pedían la cabeza del ministro, como Iván Cepeda, Wilson Arias, David Racero? ¿Por qué no rechazan las palabras de Patiño? ¿La defensa de los niños sólo para defender su ideología?

¿A quién se le puede ocurrir que un niño de 14 años tenga la capacidad de decisión de irse a un régimen del terror como el que se vive al interior de estas organizaciones criminales y desalmadas? A los menores de edad, estos monstruos, les roban la infancia, les anulan su dignidad y garantías fundamentales.

El silencio cómplice de Petro, la vicepresidenta y del gabinete da cuenta que la posición de Patiño es la del Gobierno. Incluso, en un espacio tan importante, como lo es la comisión para la prevención del reclutamiento, tampoco hubo pronunciamientos. ¿De qué sirve esta comisión si se permite que el jefe negociador revictimice a los niños? ¿Dónde está el pronunciamiento del ICBF?

Desafortunadamente, no fue sólo el Gobierno quien permitió esta revictimización. La Comisión de la Infancia y Adolescencia del Congreso también guardó silencio. ¿A quién defienden, a los niños o al Gobierno?

Aún seguimos esperando el rechazo por parte de la ONU, la MAPP-OEA quienes son verificadores del proceso de la paz total. ¿Cómo es posible que UNICEF no se haya pronunciado? Claro que no me extraña, luego de su actuar negligente en el proceso con las FARC.

¿Qué podemos esperar los colombianos si este “señor” es quien está negociando, a nombre del Gobierno? ¿Será que es la cuota del ELN en el equipo negociador? ¿Se imaginan lo que se está pactando debajo de la mesa? El panorama es aterrador. Basta ver el cinismo de Patiño y su actitud desafiante.

Este suceso deja varias conclusiones: 1. Los niños serán invisibilizados en este proceso. 2. Los terroristas se saldrán nuevamente con la suya, ya que el mismo proceso les lavará el delito de reclutamiento forzado, para avanzar en la negociación, puesto que este siempre será el punto de quiebre de todos los grupos al margen de la ley, por ser considerado por el DIH como de lesa humanidad. 3. A los niños los sacarán, otra vez, por debajo de la mesa, para esconder esta atrocidad y los dejarán a la deriva, y muchos de ellos al no poder regresar a sus hogares, serán reclutados por otros grupos. 4. Miles de menores de edad que vivieron en carne propia los vejámenes de la guerra, no serán reconocidos como víctimas, negándoles su derecho a la reparación y verdad. ¡Advertidos estábamos!

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