Alerta Ucrania
Ucrania se ha convertido en escenario del nuevo conflicto de Rusia con Occidente, y Crimea ha sido el ‘corazón’ de esta pugna internacional.
La crisis se remonta a marzo de 2014, cuando Rusia anexó a Crimea, península al sur con 2,3 millones de habitantes, aprovechando un vacío político de Ucrania. Con la disolución de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) en 1991, y la declaración de independencia de Ucrania ese mismo año, Crimea se convirtió en ‘botín de guerra’ para Kiev y Moscú.
Pero ese mismo año, 1991, otro frente de guerra surgió, cuando al este del país, en los territorios de Donbás, las provincias de Donetsk y Lugansk se autoproclamaron independientes, lo que originó un conflicto entre separatistas prorrusos y Ejército ucraniano, que hasta el momento deja unos 13 mil muertos y tres millones de desplazados.
Tanto la anexión de Crimea como la guerra del Donbás han sido catalogadas como movidas geoestratégicas de Rusia, pues le permiten un mejor control del Mar Negro con sus yacimientos de gas natural y debido a la presencia de la mayoría de las minas de carbón de Ucrania, respectivamente.
Ahora bien, dos decisiones del gobierno de Vladimir Putin han escalado las tensiones con Kiev y Occidente, que lo apoya.
Por un lado, complicó la navegación de los barcos ucranianos en el Estrecho de Kerch, lo que es visto como una estrategia para arrebatarle a Ucrania toda su costa en el Mar de Azov; y la más reciente, firmó en abril pasado un decreto que facilita a aquellos que viven en las regiones de Crimea y Donbás conseguir un pasaporte ruso.
Sobre esto último, Jesús Agreda Rudenko, internacionalista y profesor de la Universidad del Rosario, considera que “Rusia estaría construyendo una base de ciudadanos que garantice que sea imposible para Ucrania ejercer un control y soberanía absoluta, dejando para siempre abierta la puerta de unas pretensiones separatistas”.
De esta forma, además, es imposible retomar el territorio por la fuerza, porque Rusia está más que comprometida con defender a sus ciudadanos, comenta. “Es decir, se otorgaría el derecho de una intervención militar directa como ya lo hizo en Georgia”, señala.
Venezuela, en la escena
En lo que se respecta al conflicto como tal, el politólogo e historiador Isaac Bigio destaca que Ucrania es el principal centro de conflictos entre EE.UU. y Rusia.
“Putin alega que las dos revoluciones anti-rusas que Estados Unidos y la Unión Europea impulsaron, sirven de modelo para lo que quiere hacer hoy Trump en Venezuela”, explica el experto.
A su modo de ver, resulta interesante, y por demás preocupante, lo que han producido los cinco años de una revolución democrática pro-Washington.
“En este país se ha producido una atroz guerra, fragmentaciones territoriales, la democracia pro-Estados Unidos ha impuesto una dictadura que proscribe organizaciones izquierdistas y sindicalistas y que discrimina la segunda etnia del país (la rusa) y ha incentivado una división de la Iglesia Ortodoxa oficial que compartía con Rusia y Bielorusia”, lamenta Bigio.
Lo que observa Mauricio Reyes, profesor de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Nacional, es que Crimea es prioridad estratégica para Moscú, porque es el puerto de aguas calientes de los rusos.
A renglón seguido, afirma que igualmente Ucrania es vital para Europa, ya que es la contención para Rusia. Pero admite que Europa ahora tiene congelado el tema.
El gas que pasa por Ucrania para el invierno europeo es clave, pero Putin está sobredimensionando su capacidad, teniendo en cuenta que Rusia tiene una economía del tamaño de Italia o España, describe Reyes.
Según él, el presidente ruso necesita que su par estadounidense lo deje libre en la zona. Es por ello que, surge la pregunta de si Putin le garantizó a Trump que no intervendrá en Ucrania a cambio de salir de Venezuela. Y, agrega en ese sentido: “Venezuela es para los rusos la
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Le conviene a Rusia
Agreda Rudenko percibe que el conflicto en Ucrania no tendrá una salida negociada por ahora, asegurando que Rusia no está interesada en una solución.
Incluso, insiste que “esa inestabilidad le conviene a Rusia, porque garantiza que aunque esos territorios no están alineados con intereses rusos, tampoco pueden hacer parte de instituciones occidentales”.
Lo que sí es claro, anota el internacionalista, es que la situación ucraniana se asemeja a los “conflictos congelados” que llevan ya cerca de tres décadas como el Nagorno Karabah (Cáucaso Sur) por ejemplo, y que no tienen solución a la vista, refiriéndose a las guerras en Armenia y Azerbaiyán.
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Periodista de Vanguardia desde 1996. Egresada de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Editora de la sección de Tendencias y Vanguardia Kids. Editora nocturna.
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