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Sábado 22 de agosto de 2020 - 12:00 PM

El fique, una tradición tan antigua como el café

En Colombia hay tres empresas que se dedican a la producción de materiales a base de esta fibra que crece en una planta semejante a la sábila, y con una vida útil superior a los 20 años. En San Gil funciona una de ellas.

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Colprensa / VANGUARDIA
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El café colombiano está lleno de símbolos. Los campesinos, el grano, la taza, la finca, don Juan Valdez y su burra Conchita que en su lomo carga bultos de fique llenos del grano. Esos bultos, no tan famosos como el bigote de Valdez, son tal vez iguales de representativos.

Desde hace siglos los sacos de fique son los encargados de cargar el grano de las fincas a las cooperativas y desde ahí hasta cualquier lugar del mundo, desde Estados Unidos hasta Japón.

En Colombia hay tres empresas que se dedican a la producción de materiales a base de esta fibra que crece en una planta semejante a la sábila y con una vida útil superior a los 20 años. En San Gil hay una de ellas y desde ahí este año saldrán 1,5 millones de unidades de sacos con capacidad para cargar cada uno 60 kilos de granos de café aproximadamente.

Solo para Santander en donde se espera una cosecha de 58,7 millones de kilos de café, se necesitarían 933.000 sacos.

Néstor Serrano, presidente del Comité de Cafeteros de Santander, confirma que está relación es innegable y hace parte de la cadena de toda la cadena económica que mueve el sector.

Óscar Díaz Reyes es un campesino santandereano que creció en medio de plantaciones de fique a las que hoy, en algunos casos, tiene que subirse en escalera para poder arrancar sus pencas. “Esas matas ya tienen 40 años de vida”, confirma.

A él, como dice una de las canciones de Enrique Búnbury ‘de pequeño le enseñaron a querer ser mayor’, y vaya que lo lograron. En la casa de sus papás creció y aprendió a trabajar el fique, así se volvió experto en devanar, hilar y después a vender el producido en las calles, así era el negocio.

Eso mismo sucedía en San Gil, en donde los hijos de Marco Antonio Ríos Carreño (Q.E.P.D.) recuerdan como todos los 11 hermanos, sin falta, tuvieron que tejer y completar tareas de fique antes y después de ir a estudiar por allá en la década de los setenta. Eso ya el siglo pasado, en donde muchas familias convertían sus casas en talleres de manufactura de la fibra.

Con el tiempo la tradición de cosechar e hilar se ha ido perdiendo, pero el café y él siguen juntos, como hermanos.

Díaz espera siempre que la cosecha sea buena a ver si los pedidos aumentan y junto a ellos los ingresos para su familia.

Wilman Arias, gerente Coohilados del Fonce, la cooperativa sangileña que se encarga de transformar el fique en la región, confiesa que el café representa el 50% de las ventas de la empresa y cada año la cosecha cafetera representa uno de los picos de producción.

El negocio del fique

La empresa sangileña es la encargada de comprar el 99% del fique producido en Santander, especialmente en la provincia Guanentina en donde la producción se concentra en los municipios de San Joaquín, Onzaga, Curití, San Gil y Aratoca.

Se calcula que en Santander hay 300 hectáreas en producción pertenecientes a 3.000 familias. De ahí salen 900 toneladas al año para Coohilados y el restante lo adquieren artesanos, especialmente de Curití y Aratoca. “Aquí llega un señor en un carro pregunta cuánto hay y se lo lleva, pero uno sabe en donde lo va a vender”, asegura Díaz, haciendo referencia a la intermediación que aún se presenta por los costos que tiene transportar el producto desde su finca en la vereda Calichana en el sector El Guamo, en Mogotes.

El problema del fique como en otros productos agrícolas es el precio. Una ecuación de oferta y demanda en la que confluyen factores como la calidad, la producción por hectárea y el costo final de la cosecha, que muchas veces resulta muy alto para el precio del mercado. Según el análisis hecho por Arias, hay que mejorar en temas como la producción por hectárea, la tecnificación de los cultivos, el número de hectáreas, entre otros aspectos.

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Publicado por Jorge Rios

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