El pasado lunes 26 de noviembre fue el último día en el que las casetas del parador conocido como Pare, Papi Quiero Piña, en Floridablanca, estuvieron abiertas al público.
La historia de este emblemático lugar terminó. Ahora le dará paso a una de las obras de infraestructura vial más importante que tendrá el municipio en 2019.
Hoy, simplemente, se le dan las gracias a don Gustavo Pinilla Díaz, un noble campesino nacido en San Vicente de Chucurí, quien extendió su legado por más de cuatro décadas. Cientos de personas fueron bienvenidas y despedidas en este negocio, que ha beneficiado a más de 30 familias. Además se convirtió en punto de referencia para el área metropolitana y Santander.
Pero lo más importante de este cuento es que gracias a dicho lugar, que ni un solo día cerró sus puertas, Pinilla Díaz, junto con su esposa Mariela Orejarena, logró sacar adelante a 11 hijos, quienes ya les han regalado 36 nietos y 32 bisnietos.
El cierre definitivo del lugar no pasó desapercibido. Por eso, don Gustavo fue hasta la zona, a donde también llegó el alcalde Héctor Guillermo Mantilla Rueda, quien aprovechó para entregarle la orden José Elías Puyana.
En esos instantes, donde varias emociones se conjugaban, salieron a flote algunas promesas que la familia Pinilla Orejarena espera que cumpla el mandatario de Floridablanca.
Una de esas, quizá la más importante, es la entrega de uno a tres locales, que estarían contemplados cuando terminen las obras de ampliación y optimización del intercambiador de PQP.
“Esperamos, según lo que hemos podido hablar con el Alcalde de Floridablanca, que en dos años ya estemos ubicados nuevamente en el ‘Papi Quiero Piña modelo 2020’. Creemos que sería absurdo que existiera el intercambiador, desapareciendo el origen que es el parador”, sostuvo Gustavo Pinilla Orejarena, hijo de don Gustavo.
Precisamente el Alcalde aseguró que durante el desarrollo de las rotondas del intercambiador se levantarán unas casetas para que funcionen allí fuentes de soda o fruterías. “Nos hemos comprometido con él para se tenga en cuenta su nombre y sea uno de los arrendatarios de uno de estos locales”.
Vendedores informales de la zona se mostraron bastantes molestos con el cierre y demolición de las casetas porque se les dificultarán sus labores. Básicamente, el ‘terminalito’ ha desaparecido y con esto las ventas de diferentes productos y servicios que servía de sustento para más de 40 familias.
Rafael López
Vendedor
“A los vendedores ni siquiera nos voltearon a mirar. Llevamos dos días de haberse cerrado las casetas y ha sido muy difícil buscar el sustento para nuestras familias”.
Germán Reyes
Vendedor
“Hay personas en este lugar que llevan hasta 20 años trabajando en este lugar y la Administración Municipal no ha ofrecido ningún apoyo o solución”.