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Lunes 31 de mayo de 2021 - 12:00 PM

En qué consiste la bendición de Dios

Podremos afrontar todo un viacrucis a nuestro alrededor, pero si tenemos fe lograremos levantarnos para continuar. Dios jamás deja de irradiarnos su luz.

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Algunos se atreven a decir que, a pesar de que rezan todos los días, “no son bendecidos por Dios”. Para ellos, la oración no los libera de problemas y por eso trastabillan en su fe.

Argumentan que “el Señor no los protege” y que supuestamente “Él los deja enfermar” y que “los deja a la deriva”.

Es obvio que todos ellos quieren y buscan salud, tranquilidad, éxitos en sus finanzas y amor.

Anhelan todas las bendiciones que sean posibles y siempre quieren encontrar los favores de Dios en sus vidas, pero no hacen nada para merecerlos.

Ojo: las bendiciones de Dios sí nos pueden cambiar la vida, pero solo depende de nosotros conseguir el apoyo celestial.

Debemos saber que la referida bendición es el acompañamiento que hace Dios para que, en medio de las tormentas, el barco de nuestra vida llegue a puerto seguro.

Desde la perspectiva que se lee en las Sagradas Escrituras, contar con el ‘visto bueno’ de Jesús es gozar de una declaración de su buena voluntad

Es decir, su bendición no nos libra de la travesía, pero sí nos garantiza que Él estará acompañándonos en medio de cualquier viacrucis.

Mejor dicho: no por mucho rezar nos vamos a librar de la adversidad. Pero confiar en Él hace que seamos capaces de comprender, en medio de las tribulaciones, que podremos salir adelante e incluso terminaremos más fortalecidos de cualquier circunstancia difícil.

Contar con la gracia de Jesús es saber con certeza que, pase lo que pase, Él siempre estará ahí para fortalecernos, para no dejarnos nunca solos y para que nuestra vida no naufrague en la tempestad.

Por otro lado, contar con la Santa Venia no quiere decir que debamos ir a comprar la lotería para volvernos millonarios de la noche a la mañana. No podemos dejar nuestro futuro en las manos del azar.

Y no es cierto que Dios bendiga a unos y a otros no. Lo que sucede es que no todos están dispuestos a abrir las puertas de sus corazones para que su luz entre en ellos.

Dios desea protegernos a todos, pero el resultado de quien se salva depende de la respuesta de cada quien.

Usted, yo y todos los que estemos interesados en dejarnos irradiar por su gloria debemos llenarnos de fe y saber esperar el momento preciso de su misericordia.

Claro está que el Creador no nos impone ni nos obliga a seguir su palabra; Él nos da la libertad para escoger si nos permitimos gozar de su bendición.

Total: si queremos disfrutar de los favores y también de la prosperidad de Dios, debemos comenzar a pedirle a Él sabiduría para saber administrar todo lo que nos dará.

EL CASO DE HOY

Las inquietudes asaltan con frecuencia a nuestro estado de ánimo, sobre todo en estos tiempos. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo afectan en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar al respecto en esta página. Envíe su testimonio a Euclides Kilô Ardila al siguiente correo: eardila@vanguardia.com En esta columna, él mismo le responderá. Veamos el caso de hoy:

Testimonio: “Sé que si tengo dinero, lo poseo todo. Por eso trabajo mucho para tener más y eso haré el resto de mi vida. Gracias a mi solvencia económica he podido disfrutar de muchas cosas y le he dado todo a mi familia. Por mi forma de pensar y porque vivo ocupado en la empresa, mi esposa, mis hijos y en general mis amigos me critican. Me cuestionan que me la paso trabajando de lunes a domingo sin descanso alguno. ¿Hay algo de malo en querer hacer plata? Me gustaría saber su punto de vista”.

Respuesta: No me gusta que critiquen tanto al dinero, como si él no fuera esencial o como si se tratara de ‘monstruo’. Gracias a él usted ha podido adquirir todo aquello que necesita para vivir bien. Así que no lo voy a cuestionar por querer “hacer plata”, tal y como lo menciona en su carta. Es obvio que el dinero es necesario y él le garantiza ciertas comodidades que otros no tienen; además, con él puede vivir grandes experiencias, algunas de ellas dignas de recordar toda la vida.

Lo que sí debo precisarle, desde mi perspectiva un poco menos monetaria, es que no puede convertir al dinero en el centro de su vida, ni mucho menos considerarlo como lo más preciado que tiene.

Es errado pensar que ‘si tiene dinero, lo posee todo”. Se lo digo para que, de alguna forma, tenga presente que la verdadera riqueza no solo se relaciona con la abundancia, sino también con la salud, con el bienestar, con el amor e incluso con la misma fe, sea o no sea usted religioso.

Insisto en decirle que eso no quiere decir que no le dé el verdadero significado a la plata. Dicho de otra forma: debe llegar al equilibrio que necesita para poder vivir bien y en armonía con las cosas que realmente no tienen precio.

Debe seguir trabajando para que sus esfuerzos le permitan tener más; además, su quehacer diario será el encargado de garantizarle las cosas materiales que tanto anhela. Eso no quiere decir que pueda descuidar su salud, su descanso, su familia y su tranquilidad. De vez en cuando tómese un respiro. De nada le sirve perder la vida por el exceso de trabajo; en la tumba el dinero no le servirá de nada.

Conclusión: Sin duda el dinero puede hacer su vida más confortable y debe valorarlo, pero no se obsesione con él.

REFLEXIONES CORTAS

A muchos de nosotros los momentos actuales nos están golpeando demasiado y, de manera literal, hoy nos sentimos estancados. Sin embargo, los tiempos difíciles no pueden ser utilizados como excusas para quedarnos con los brazos cruzados o para permanecer en el piso. ¡Todo lo contrario! Es precisa una dosis de resiliencia. Los episodios adversos nos tienen que servir para cultivar nuestra fe y la esperanza en pro de una mayor lucidez. Debemos aprovechar la vida; liberarnos de tanta superficialidad; cumplir con responsabilidad nuestras misiones y, sobre todo, vivir en familia y en pro de nuestro bienestar y nuestra felicidad.

El día que sienta que puede escalar y que tiene todas las posibilidades de besar el cielo, sin olvidar que la tierra es su piso, sabrá el camino que deberá tomar. Observe las cosas buenas que tiene a su alrededor y así sentirá que todo esfuerzo por crecer vale la pena. Y si agradece lo que tiene, la vida misma le ofrecerá lo mejor.

Deténgase por un instante y reflexione sobre cómo debe ser su vida ideal, cuáles son sus verdaderos objetivos y qué deberá hacer para trascender. Vaya tras los deseos que cultiva en su alma, no los que provienen de imposiciones externas. Aférrese a sueños posibles y trabaje por cristalizarlos, sin que nadie le diga cómo debe ser feliz. Obviamente no olvide que en todo esto será preciso ir de la mano de Dios, pues sin Él nada será posible.

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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