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Lunes 10 de octubre de 2016 - 12:00 PM

Ohana, el secreto hawaiano para estrechar vínculos

Según los expertos, estos lazos familiares se hacen fuertes cuando se comparten creencias y opiniones, cuando se respetan espacios y se buscan soluciones particulares con apoyo mutuo.

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Una vez los seres humanos llegan al mundo, inmediatamente se ven unidos con una serie de personas con las que comparten sangre, genes, comportamientos parecidos y hasta gustos particulares. A este grupo o núcleo se le llama familia y en este hacen parte padres, madres, tíos, abuelos y primos, entre otros. Todos encajan en mundos particulares llenos de costumbres, modelos educativos de crianza y convivencia. En definitiva, todos los humanos tienen un origen y unas raíces.

No obstante, la sociedad lleva a la gente a relacionarse con otras personas y en varias ocasiones los sentimientos y los vínculos se entrelazan tanto que también terminan llamándose familia.

En la cultura hawaiana, Ohana significa familia y hace referencia a aquel grupo social que incluye parientes de sangre, adoptados o intencionales.

Es decir, se enfatiza en que están atados todos juntos y los miembros deben cooperar y recordarse entre sí. Por llamarlo de algún modo, podría decirse que es compartir algo más allá de la sangre y del mismo árbol genealógico, personas que quieren estar en la vida de otra y viceversa.

Según los expertos, estos lazos se hacen fuertes cuando se comparten creencias y opiniones, cuando se respetan espacios y se buscan soluciones particulares con apoyo mutuo. También dicen que no es una elección hacer a alguien parte de la familia simplemente porque sí, sino que es cuestión de tiempo, donde se asumen roles con amigos y conocidos integrándolos en el círculo.

Alejandra álvarez.

Psicóloga.

“El término que está utilizando para esta nota, Ohana, es una palabra que no solamente debería conocer la cultura hawaiana, sino todo el mundo. Seguramente, y a propósito del tema coyuntural como es la paz, seríamos constructores de paz desde donde se debe trabajar, desde nosotros mismos, desde el hogar. El formar vínculos es algo natural en la razón de ser del humano y no puede ser ajeno el dar y recibir amor del prójimo”, explica la experta, quien agrega que este tipo de casos se presentan en amistades constantes y firmes, donde su base es el respeto y la tolerancia por el prójimo. También aclara que el hecho que una persona se adentre en una familia, no es significado de soledad o de que esté presentando algún tipo de conflicto. En su mayoría de casos, se debe a la comodidad y confianza mutua, donde se han gestado vínculos de hermandad.

Omar corredores

Psicólogo y experto en Familia.

¿Por qué se generan estos vínculos entre desconocidos?

Es normal puesto que las relaciones sociales nos llevan a encontrarnos con personas de todo tipo. Entre ese extenso grupo con el que tratamos a diario hay quienes comparten ciertas cosas, gustos, emociones, entre otros factores, sobre todo emocionales, con el otro. De ahí vienen las actividades, las agendas mutuas y, por supuesto, como era de esperarse, las integraciones con las otras familias. Como profesional puedo decir que los afectos se entrelazan a raíz del apoyo y la lealtad. No tiene nada de malo, todo lo contrario. Pero no se debe olvidar que cada quien tiene su propia familia. A menos que sea un caso de adopción, pero para este tema no aplica.

¿Es malo vincularse tan a fondo con la familia del otro?

Por supuesto que no. No tiene nada de malo siempre y cuando tengamos claros los espacios, respetemos las costumbres, las decisiones, la confianza y sobre todo, como lo dije anteriormente, la lealtad. Son lazos familiares con terceros que hacen que socialmente construyamos vínculos, contemos con una opinión diferente, una experiencia nueva para todos y sobre todo un aprendizaje mutuo. Un caso normal y particular es una pareja de novios: eran totalmente desconocidos y poco a poco se convierten en familia. Seguramente los suegros lo tomarán como un hijo más y así los demás familiares. En el caso de los amigos es igual, manejando todo con respeto.

¿A quién se le puede llamar familia?

Considero que, desde mi ángulo profesional, a todo aquel que ingrese meritoriamente al núcleo del otro; que haya sembrado algo positivo en el lugar y que con tiempo y muchas veces sin desearlo, que hayan formado lazos de cariño. Ya por otro lado está de la mano las creencias, las religiones, las costumbres. Depende de cómo vea usted el término “familia”. Una empresa es una familia, un salón de clase, un núcleo laboral. Pero siendo este un caso distinto, podemos llamar familia cuando indiscutiblemente se forjan lazos emocionales.

¿Qué recomendaciones puede dar cuando se presenten estos casos?

Lo bueno de esto es que no es planificado. Los buenos lazos se dan por tiempo y por sentimientos compartidos. Sobra decir que se debe respetar y valorar el desarrollo de un núcleo familiar y que no se debe llegar a entorpecer lo que ya está construido. Si nos dan el “honor” de ser parte de ellos, es para aportar y crecer mutuamente, bajo costumbres, creencias, incluso comportamientos. De igual forma, que no se puede olvidar que tenemos una familia propia. Es decir, que podemos querer, amar y tener vínculos fuertes con ajenos, pero que también se debe alimentar y fortalecer los propios en nuestras casas, es una tarea diaria.

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Publicado por JHOAN CALDERÓN BAYONA JCALDERON@VANGUARDIA.COM

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