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Bucaramanga
Sábado 21 de septiembre de 2019 - 12:00 PM

La Bucaramanga del ayer: Hoy, el Teatro Rosedal

Hoy presentamos otro sencillo relato del pasado. Se trata de una reseña periodística que puede ser una prueba fehaciente de que el patrimonio urbanístico de nuestra ciudad ya es una escena de la nostalgia o una vieja función del ayer. Acompáñenos a este singular viaje por el túnel del tiempo

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Archivo / VANGUARDIA
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Al principio el lugar era un pasaje de jardines. Sin embargo, después fue habilitado como un exclusivo teatro de Bucaramanga.

El viejo escenario, que llegó a ser un septuagenario, funcionó durante años sobre la calle 34 con carrera 18.

Fue grande gracias a la dignidad del tablado, las zarzuelas, los monólogos, los saltos de la danza, la hirviente voz de los charros mexicanos, los fulgurantes ídolos del celuloide gringo y hasta las delicadas y bien torneadas piernas de Sofía Loren, cuando ella era la estrella del cine mundial.

Hablamos del Teatro Rosedal, aquel que ofrecía el matiné o la vespertina, términos que hoy hacen parte de una jerga extraña para los jóvenes de nuestro tiempo.

El lugar lo crearon a finales de la década de los años 30 los empresarios Saúl Díaz y Gustavo Ordóñez. Tenía cerca de 700 sillas y el escenario era frecuentado por públicos de diferentes niveles; incluso se programaba como cine de matiné del domingo.

El tradicional programa de la juventud era ir a cine. Los bumangueses en general no dejaban de admirar y apreciar los prodigios artísticos y ‘tecnológicos’ que se conjugan en cada película.

Claro está que el teatro también era la sede de importantes eventos; incluso sirvió para la realización de certámenes que atrapaban la atención de la más distinguida sociedad.

El 20 de octubre de 1951, por citar solo un ejemplo, en acto solemne y con la alegría característica de la comunidad de ese entonces, fue coronada en el Teatro Rosedal la distinguida dama bumanguesa Marina Alarcón French, quien por sus atractivos y belleza fue la escogida por los jueces para que representara a la mujer santandereana en el Reinado Nacional de Cartagena.

Esa noche, el comité organizador celebró la ceremonia de elección de esta joven ante un nutrido y selecto público.

El teatro también fue un hit para el cine latinoamericano. Se recuerda que más de uno hacía fila para ver el ‘Beso en la penumbra’ bajo la imagen de un charro, cantante y actor mexicano, cuyo atractivo personal y voz inconfundible le elevaron a la categoría de mito de la música de su país. Sí, nadie se perdía las películas de Jorge Negrete.

Al teatro también lo alquilaban los políticos y los colegios para otros espectáculos.

El lugar pronto cedería terreno al porno y se convertiría en una sala de cine ‘Triple X’. En los años 70 y 80, las películas que allí se exhibían eran sinónimos de obscenidad, impudicia, desvergüenza, inmoralidad, escabrosidad, en fin...

Era todo un escándalo sorprender a un amigo entrar a ese teatro; de hecho, muchos se camuflaban entre las taquillas para ver películas tan escandalosas como: ‘Garganta Profunda’. Mencionar el título de ese filme era exponerse a ser excomulgado en ese tiempo.

Era peligroso ir al Rosedal. Usted se sentaba en una silla y de pronto se encontraba con una mano que le cogía la rodilla y algo más.

Así las cosas, el teatro se volvió ‘candente’. Y lo fue más luego de una noche infernal que fue el comienzo del fin. Era enero de 1982 y un incendio que se inició en un local de la calle 34, entre carreras 18 y 19, comenzó a acabar la función. Las llamas se iniciaron en un almacén de lubricantes, ubicado entre una droguería y Sanandresito, más tarde subieron hacia el oriente penetrando en el Teatro Rosedal.

El fuego consumió cortinas y la pantalla; los espectadores que se hallaban presenciando el espectáculo se vieron urgidos para huir de la tragedia.

Con el tiempo el teatro se convirtió en un escenario de escombros, en donde las ratas, gusanos y cucarachas, ajenos a la infinita memoria de la historia cinematográfica de Bucaramanga, hicieron sus mejores ‘presentaciones’ sobre la mítica historia del Rosedal.

Alguien intentó rescatarlo en otro escenario, por allá en la carrera 21, pero no fue lo mismo.

La costumbre de ir a cine, que por vieja no dejaba de ser atractiva, hizo que la nueva sala de cine se fuera desocupando poco a poco.

A esto se sumó que el sector que bordeaba al teatro empezó a deteriorarse. Hay que decirlo: el Rosedal se convirtió en vividero de habitantes de calle y ladrones.

Usted llegaba y lo atracaban en la puerta. Los administradores terminaron haciendo promociones inimaginables, pero el lugar ya estaba desahuciado.

El pequeño ritual que implicaba asistir a un cine, incluidas las palomitas de maíz y la Coca Cola, ya no se volvería a realizar en ese lugar.

La verdad fue que con el desenvolvimiento comercial de la ciudad y el adelanto en materia tecnológica, en Bucaramanga se establecieron nuevas salas que terminaron por desterrar cualquier vestigio del otrora Rosedal.

Por allí hoy hay un centro comercial. Del viejo teatro solo quedan recuerdos, algunos relatos y las fotografías que mostramos en esta sección periodística.

¡La función terminó!

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Publicado por Euclides Kilô Ardila

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