De manera desafortunada, los bumangueses hoy no creen que se pueda confiar en la mayoría de las personas que residen en el área metropolitana. Por qué
En Bucaramanga, el 78 % de la gente desconfía de la mayoría de las personas. Dicho de otra forma: de diez personas, el bumangués desconfía de ocho.
La anterior estadística, que se desprende del sondeo de opinión ‘Mi Voz, Mi Ciudad’, realizado por el programa ‘Bucaramanga Metropolitana Cómo Vamos’, BMCV, fue evidenciada durante los ‘Encuentros Ciudadanos’ que se realizaron en las 17 comunas de la capital santandereana.
Y los bumangueses no solo desconfían de los políticos, también de las instituciones y de sus propios vecinos. ¡Casi que desconfían hasta de su propia sombra!
Las personas entrevistadas dicen que no le creen a la gente por ‘la corrupción que impera en el gobierno’, porque ‘han sido asaltadas en su buena fe’ y porque ‘la gente suele ser poco solidaria’.
Para citar solo un caso, el Concejo de Bucaramanga tiene entre los ciudadanos un porcentaje de desfavorabilidad del 69 %. Algo similar o peor ocurre con los cabildos de los vecinos municipios del área metropolitana. (Ver gráfico)
Análisis
A juicio de los expertos, los bumangueses son cada vez más desconfiados y ese sentimiento de temor explicaría los comportamientos que los hacen ver como “a la defensiva” de todos los que están a su alrededor en las oficinas, en las calles, en los barrios y hasta en sus propios hogares.
La situación es tan grave que, según señala el docente de Psicología de la Universidad Autónoma de Bucaramanga, Germán Cortés, “este alto nivel de desconfianza hace mella en la comunidad y desemboca en que no exista la debida cohesión social, lo que se traduce en una pérdida de la capacidad para afrontar los desafíos que nos aquejan como ciudad”.
Para el catedrático urge resaltar la importancia reconocer el valor del ‘vecindario’, el cual se vio resquebrajado durante la pandemia, dadas las restricciones en las interacciones humanas.
“Por consiguiente, no sorprenden las recurrentes manifestaciones de falta de cultura ciudadana, de intolerancia y de agresividad que hoy imperan en la capital santandereana”, añade.
Para la sicóloga Mariela Vargas, “las personas que tienen problemas con la desconfianza suelen notarlo en las relaciones más próximas, como las de los amigos más cercanos, las de los familiares e incluso las de sus parejas. ¿No tendrán asideros en esa desconfianza los altos índices de violencia intrafamiliar que se registra en Bucaramanga?”.
Para ella, “la falta de confianza acaba precediendo a pensamientos, emociones y acciones dañinas para los demás, debido a que generan ideas negativas de las personas queridas, así como sospechas, celos y demás”.
“Y cuando se trata de una ciudad como Bucaramanga, el tema es más grave porque todo eso desencadena en problemas de intolerancia, falta de respeto y poco civismo, por citar solo unas cuantas actitudes”, agrega.
Johanna Cárdenas Acevedo, directora del programa BMCV, considera que “estos bajos indicadores de confianza preocupan porque es, de manera precisa, a través de la confianza como se construye una mejor ciudad y una Bucaramanga con mayor cohesión social”.
“No debemos olvidar que una ciudad con mayor confianza es aquella en donde la colaboración entre las personas y el trabajo en equipo se facilitan y eso redunda en mayor desarrollo económico”, argumenta.
“Cuando se transmite confianza, las personas tienden a colaborar y a trabajar en equipo para resolver los problemas y mejorar la calidad de vida. Eso hace que se fomente el desarrollo empresarial y, además, promueve la estabilidad social y política”, explica.
Yany León, experta en temas urbanos, dice que “estos indicadores, presentados en los ‘Encuentros Ciudadanos’, se convierten en llamados a los mayores responsables de esta incredulidad; es decir a los políticos, para que entiendan que sus discursos deben ser coherentes y deben estar comprometidos con la ciudad”.
Para Juan Manuel Montero, quien estudia los niveles de delincuencia urbana, “hay que advertir que la desconfianza también va atada a la percepción de inseguridad que registra la ciudad, la cual tiene su asidero en los hurtos callejeros. Estos asaltos han influido bastante en los altos niveles de desconfianza que sienten los ciudadanos de a pie en Bucaramanga”.
Pero lo que más le preocupa al experto es que, “de manera desafortunada, los bumangueses han venido perdiendo la confianza entre ellos mismos. Para citar el caso de Bucaramanga, solo un escaso 5 % dice confiar en la gente y un 13 % confía solo a veces”.
También él considera que “las duras secuelas que ha dejado la pandemia entre los ciudadanos, entre ellos los problemas económicos que golpean duramente a sus bolsillos, en el papel, aumentaron esos niveles de desconfianza”.
Si bien en cada caso los entrevistados tienen puntos de vista relativamente similares, lo cierto del caso es que el ‘desencanto’ vivido durante los últimos años, agudizado por la emergencia sanitaria, los lleva a percibir ese alto grado de desconfianza en los demás.
Para el catedrático Mario Alejandro Gómez, “estos indicadores sobre la desconfianza retratan la debilidad del tejido social de los bumangueses”.
En sus palabras, “los porcentajes dejan ver a una sociedad que considera que vive en un territorio en donde se hace más difícil alcanzar objetivos comunes, puesto que el rango de acción se limita a lo individual”.
“Pareciera que ya no interesara lo que pasa en nuestros municipios y valores fundamentales como la solidaridad, el trabajo en equipo o la empatía terminan diluyéndose. En este escenario salimos perdiendo todos”, precisa.
Para la Directora del BMCV, “recuperar la confianza es un trabajo que requiere de la voluntad de cada uno de nosotros y el impulso de las instituciones, las cuales deben demostrar a todos los habitantes del área metropolitana solidez, trabajo conjunto, visión colectiva y resultados efectivos en la gestión”.
Finalmente dice que, “estas cifras nos invitan a trabajar por rescatar los valores y la cultura del trabajo en equipo para sacar adelante a nuestra ciudad”.
