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Bucaramanga
Lunes 18 de julio de 2022 - 12:00 PM

Se graduó ex habitante de calle, ejemplo de Lebrija, Santander

Luego de vivir cerca de 10 años en las calles, de estar al borde de la muerte, un hombre aceptó ayuda, se comprometió con su proceso y logró obtener su diploma de bachiller. Ahora sueña con ser enfermero y conformar su propia familia.

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Durante el pasado fin de semana, Jhon Jairo Domínguez , de 42 años, se graduó como bachiller luego de haberse dedicado a terminar sus estudios ya que, antes de haber caído en las calles, tan sólo había estudiado hasta tercero de primaria.

Domínguez es beneficiario de un programa de la Alcaldía de Lebrija que, junto con la fundación El Redentor desde 2020, rescatan de las calles del municipio a personas que están sumidas en la droga o la indigencia.

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Luego de haber obtenido este merecido logro, el mismo Jhon Jairo aseguró que “ahora quiero estudiar Enfermería. Cuando me levanto, baño y cambio a los abuelos, los limpio, estoy pendiente de ellos. El cuidado de los adultos mayores lo hago con amor, porque me nace, y porque sé que algún día, si llego a esa edad, quisiera que tuvieran el mismo cuidado conmigo”.

En tal sentido, el alcalde de Lebrija, Luis Carlos Ayala, anunció que “sabemos los sueños que tiene esta persona de seguir estudiando, lo conozco desde hace años y por eso le vamos a dar una oportunidad de empleo, porque ha demostrado que con esfuerzo, disciplina, verraquera hoy está marcando la diferencia. Queremos que él sirva de ejemplo para las nuevas generaciones de que vale la pena estudiar, prepararse, honrar a padre y madre para que les vaya muy bien”.

Jhon Jairo y su historia de vida

Domínguez Jiménez nació en la vereda Cataluña de Lebrija, vivía con su familia en una finca de la zona, y a sus 16 años cumplidos tuvo un traspié con las drogas. “Un día un amigo me convidó a pasear a un bañadero conocido como ‘La Angula’. Cuando íbamos llegando, vi que sacó algo del bolsillo y lo escondió. En un instante armó un ‘bareto’ y me ofreció. Ahí la probé por primera vez”, relató.

Este hombre dijo que “las drogas uno no las prueba todas de una vez. Primero fue la marihuana, luego el bazuco y por último el pegante. Es algo que lo atrapa a uno, que le pasa factura, que lo hace perder todo. Cuando uno está drogado, sólo piensa en volverlo a consumir, y ya no le encuentra sentido a la vida”.

Jhon Jairo confesó que “pasé de vivir feliz en mi casa, a perder a mi familia y a vivir a la intemperie. Duré cerca de 10 años durmiendo en las calles. Recuerdo que viví debajo de un puente cercano al cementerio de Lebrija. Aunque no robaba, me la rebuscaba cuidando carros, pidiéndole a la gente, pero todo eso era para mantener la droga”.

Dos de las pruebas más duras que atravesó este hombre fueron, en primer lugar, una herida con un ‘pico de botella’ en el abdomen, que le perforó el estómago y dejó su vida en peligro. En otro ataque, recibió cuatro disparos de un arma calibre 38 m.m., que lo dejó al borde de la muerte. En las dos ocasiones “la misericordia de Dios me mantuvo con vida”, aseguró Domínguez.

Jhon Jairo expresó que “en 2021 escuché hablar del proyecto del alcalde Luis Carlos Ayala, que buscaba ayudar a los habitantes de calle. Un día de ese año, Kleyman Beltrán, que en paz descanse, llegó hasta el puente donde yo estaba y me convidó para la Fundación. No quería ir porque estaba consumido, ciego, y no pensaba sino en fumar. Sin embargo, acepté. Duré un día, y luego regresé de nuevo a las calles”.

El detonante para aceptar continuar el proceso ocurrió “una noche, debajo de ese puente. Me estaba drogando, se me acabó el vicio, me recosté en la colchoneta que tenía y me puse a pensar. Se me bajaron las lágrimas, y me di cuenta que si ya había perdido a mi familia, si estuve al borde de la muerte y si Dios aún seguía teniendo misericordia de mí, pues me iba a dar la oportunidad, y arranqué para la Fundación”.

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En ese lugar fue recibido por Leidy Gélvis, directora del Centro Terapéutico El Redentor, quien afirmó que “a Jhon Jairo lo encontramos durmiendo en la calle, sin familia, sin red de apoyo, ha sido uno de los grandes retos que hemos tenido y ya lleva cerca de dos años con nosotros. Hizo su proceso de reeducación de consumo de sustancias, luego empezó a forjar su proyecto de vida y se encuentra en un programa de salidas de desprendimiento, donde él tiene un día de permiso para ir hasta Lebrija y volver. Con esto muestra la madurez de su proceso”.

Gélvis Trujillo destacó que “nos dimos cuenta que él sólo estudio hasta tercero de primaria. Le buscamos un colegio semestralizado, lo pusimos a estudiar, terminó su primaria, continuó y en julio está a punto de graduarse de bachiller. Este proceso lo ha hecho a través de guías, el profesor viene a acompañarlo, a revisar sus tareas y a calificarlo”.

Es tal el compromiso de Jhon Jairo que, por su responsabilidad y habilidades, se le entregó el manejo de las llaves de la puerta principal para recibir a los visitantes y vigilar que los demás integrantes del grupo no abandonen la institución. Además, es el encargado de brindar apoyo para los adultos mayores.

“Se han visto sus habilidades para el manejo social, de ayudar a las personas de la tercera edad, de realizarles un curación. Para la institución, Jhon Jairo es un apoyo enorme. Está pendiente de su cuidado, de su limpieza”, indicó la directora del Centro Terapéutico.

Por su parte, el alcalde Luis Carlos Ayala Rueda dijo que actualmente la Fundación El Redentor tiene a 15 usuarios, 13 hombres y dos mujeres. Sin embargo, “con este convenio hemos podido ayudar a muchos hijos de Lebrija, jóvenes, adultos mayores, incluso amigos de barrio, compañeros de estudio que por cualquier circunstancia cayeron en ese mundo oscuro. Aquí se les brinda techo, alimentación, educación, arte y un proyecto de vida para que puedan volver al seno de sus familias”.

El mandatario de Lebrija hizo un llamado a las instituciones públicas y privadas para que apoyen estos procesos y que no finalicen en 2023 sino que los gobiernos venideros puedan darle continuidad y se le siga quitando seres humanos a las calles.

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Publicado por Milton Velosa Araque

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