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Bucaramanga
Martes 27 de julio de 2021 - 12:00 PM

Tres meses después: las cicatrices que ha dejado el vandalismo en Bucaramanga

Hoy se cumplen 90 días del Paro Nacional en Colombia, una movilización social que inició el 28 de abril, como mecanismo de rechazo al Gobierno del presidente Iván Duque. Ajeno a ello, el vandalismo se ha abierto paso en cada jornada de protesta. Estas son las secuelas de los actos violentos en Bucaramanga.

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Este miércoles se cumplen tres meses de continuidad de las protestas en Colombia, un movimiento social en rechazo a las políticas del Gobierno Nacional, que se desencadenaron por el anuncio del proyecto de la Reforma Tributaria.

A través de movilizaciones por las calles de las principales ciudades, miles de colombianos buscaron la eliminación de esta propuesta. Sin embargo, la violencia y el vandalismo fueron protagonistas al final de cada jornada.

Bucaramanga no fue la excepción. La capital de Santander se ha convertido en estos tres meses en una de las ciudades epicentro de la lucha social. No obstante el vandalismo ha dejado ‘cicatrices’.

Los comerciantes, el mobiliario de la ciudad, el transporte público, los residentes de los barrios aledaños a la Universidad Industrial de Santander, UIS, y al Mesón de los Búcaros, así como miembros de la Policía Nacional, han sido blanco de los violentos.

Pese a que con el pasar de los días las protestas decrecieron en concurrencia e intensidad, aún no tienen un desenlace. De hecho, hoy hay convocada una nueva movilización.

El parque San Pío se convirtió en el punto de partida de cada jornada de protesta. Allí, cientos de jóvenes se reúnen para ‘calentar motores’ antes de cada recorrido.

Sin embargo, cada encuentro representa un vía crucis para los comerciantes del sector.

Tal es el caso de los propietarios de un negocio de insumos para la elaboración de bisutería y accesorios ya terminados, ubicado sobre la carrera 33. Según relataron, el primer mes de las manifestaciones tuvieron que cerrar prácticamente toda una semana.

“Cada vez que hay protestas tenemos que cerrar el local a las 2:00 p. m. e irnos. La aglomeración de personas es impresionante, además que muchos de los presentes no son manifestantes sino personas que vienen buscando oportunidades para delinquir. Hay muchos encapuchados, muchas personas rompiendo vidrios, quitando las señales de tránsito...”, dijo una de las dueñas del negocio, quien prefirió reservar su identidad.

Cada interrupción de la jornada laboral ha representado pérdidas para ellos y otros comerciantes.

Una situación similar ha tenido que afrontar Pedro Silva, también comerciante de la zona. “Me he visto afectado porque he tenido que cerrar mi local, han sido como unas pequeñas vacaciones forzosas, pues solo trabajamos mediodía. A veces llegaban a las 11:00 de la mañana y ya nos tocaba cerrar para evitar inconvenientes. Lo mejor era cerrar para evitar robos o que rompieran los vidrios de las vitrinas”, señaló.

Mencionó además que han tenido que pintar la fachada del local tres veces, para lo que han invertido casi $1.500.000. Hace unos días la pintaron y ya la volvieron a vandalizar.

“Tenemos que pintar de nuevo, pero el otro año, porque no vale la pena volver a invertir recursos ahora. Si el local no se abre hay pérdidas, no se vende y si no se vende ¿de qué vivimos?”, cuestionó.

Lorena Barajas, quien trabaja en el restaurante Maxi Riko, frente al Parque San Pío, también relató cómo los ha afectado estos tres meses de manifestaciones.

“Lo que más nos afecta es que nos toca cerrar temprano. El trabajo normalmente es hasta las 8:00 p. m. y hemos tenido que salir a las 2:00 p. m., afectando las ventas”.

Además, contó que el pasado 20 de julio cerca del mediodía hubo una riña con arma blanca y tuvieron que cerrar el negocio con gente adentro.

El barrio la Universidad ha sido otro de los puntos más afectados por el desorden y los enfrentamientos con la Fuerza Pública después de cada jornada de movilización social.

Habitantes del sector relataron cómo han vivido las intensas noches de disturbios y desmanes que se toman el barrio desde hace tres meses.

“Han sido meses bastante incómodos, por el vandalismo, las sirenas, las papa bomba, los gases, la gente asustada, muchachos corriendo de un lado a otro... Al portón de mi casa le han tirado piedras”, dijo una residente del barrio desde hace 25 años.

“Vivo en un piso 11 y no pensé que me llegaran los gases. Se entran a las casas y apartamentos, las peleas se están desplazando muchas cuadras a la redonda, situación que se ha vuelto fastidiosa”, relató otro de los vecinos.

“Uno sabe que la situación está pesada porque de tanto gas se empieza a sentir un ardor horrible en la garganta, la nariz y los ojos. Uno ya sabe y está preparado con la leche”, relató la dueña de un café bar cercano a la UIS, quien también vive allí.

Ella misma reveló que una de esas noches de enfrentamientos se quedó dormida temprano. Horas más tarde se despertó ahogada.

“Prendí el ventilador porque no sabía qué hacer o a quién llamar, no podía hablar. Me acordé que en mi habitación había cajas de leche, me levanté y las abrí como pude, porque estaba a punto de desmayarme”, contó la mujer quien durante cuatro años ha vivido en el lugar y a raíz de la pandemia y sumado a las manifestaciones tomó la decisión de irse, pues el negocio le está dando pérdidas y su salud se ha afectado.

La propietaria de una tienda en el mismo barrio, hace 21 años, reveló que las manifestaciones no la han dejado trabajar como acostumbra.

“Nos toca encerrarnos, pero aun así me sacuden la puerta y le tiran piedras. El 20 de julio le pegaron al carro de mi hijo, le dañaron la puerta, y al negocio de mi otro hijo le partieron los vidrios a pesar de que lo habíamos forrado con cartón. Fue terrible”, contó.

Agregó que a pesar de que han pasado los días aún siente nervios cada vez que hay enfrentamientos. “Es la 1:00 a. m. y todavía se sienten los gases, siento miedo. Los miércoles y sábados es terrible, en la mitad de la calle prenden candela, le sacan la gasolina a las motos, hacen llamaradas y ese olor a humo quemado es insoportable”.

Otro de los vecinos del sector, quien tiene su casa allí hace cinco años, dijo que se siente incómodo por la situación.

“Están acabando el barrio, la gente hasta tomó la decisión de vender sus casas para poder irse a otro lado porque esto es terrible. Hay mucha inseguridad, protestan y además roban a la gente. Esas protestas se prestan para muchas cosas”, señaló.

Un problema adicional que los vecinos de la zona quisieron exponer, fue la cantidad de personas que en medio de las manifestaciones toman alcohol y fuman marihuana. “De cada 100 jóvenes que están en la calle protestando 99 fuman y se convierte en un tema fastidioso. Este sector ya prácticamente es un hueco”, relataron.

Con el incremento de desmanes en las manifestaciones, los establecimientos comerciales se han visto casi que obligados a resguardar su infraestructura, intervenir sus jornadas laborales o en el peor de los casos, cerrar sus locales.

En Bucaramanga la calle 36 no solo se caracteriza por su amplia conectividad vial, sino por albergar aproximadamente 250 establecimientos comerciales que contribuyen a la economía de la ciudad.

Al recorrer la calle 36 desde la carrera 27 y hasta llegar a la Plaza Luis Carlos Galán, lo primero que se perciben son las cenizas de tres meses de manifestaciones. A la mayoría de las fachadas de los negocios los adornan grafitis con todo tipo de mensajes alusivos al Paro Nacional.

Muchos de estos comercios optaron por salvar su patrimonio con tablas, candados y láminas, que de una u otra forma se han encargado de proteger las instalaciones de los actos vandálicos y expresiones de furia por parte de algunos manifestantes.

“Toca encerrarnos, poner cadenas, candados, apagar luces y esperar a que pasen las marchas”, es el pensamiento en común de los comerciantes de la zona.

Una de las empleadas de un negocio de ropa y accesorios para bebés, argumentó que invirtieron cerca de $500 mil en tablones para cubrir su fachada. Hace mes y medio les robaron una de las puertas.

“Estamos esperando que ya se pueda quitar todo, porque estas tablas tapan mucho el local, no se ve muy bien y eso nos afecta en las ventas, porque la gente de afuera no reconoce el negocio”, dijo.

A lo largo y ancho de la calle 36, la diversidad comercial se unifica y se convierte en un solo sentimiento de temor y angustia por lo que pueda suceder en cada jornada de manifestación.

“Desde la primera marcha tomamos la decisión de tapar con maderas la fachada del negocio porque ya nos habíamos visto afectados antes, nos rompieron los vidrios y nos robaron. En esa seguridad se gastaron más o menos $2 millones”, comentó Humberto Barcelo, trabajador de un local de ropa.

Según cifras entregadas por Fenalco Santander, en el departamento se registraron más de $3.500 millones de pérdidas solo en fachadas y daños a los establecimientos comerciales.

“A raíz del último paro que hubo a nivel nacional, las pérdidas en el comercio fueron por más de cuatro billones de pesos, de los cuales Santander representa un 7,5 % en la participación nacional”, mencionan.

La entidad establece que en el comercio de la región las pérdidas fueron de $380 mil millones, y en Bucaramanga y su área metropolitana superior a los $250 mil millones.

Según el balance entregado por la Policía Metropolitana de Bucaramanga, y con corte al 24 de julio, se han registrado un total de 151 actividades en medio del Paro Nacional: 64 marchas, 58 concentraciones, 19 bloqueos, 9 movilizaciones y una asamblea, llevadas a cabo en los municipios del área metropolitana.

El 60 % de todos estos eventos se han realizado en Bucaramanga, identificando 46 marchas, 29 concentraciones, 12 bloqueos, 3 movilizaciones y una asamblea.

En medio de estas actividades, en el área 95 uniformados resultaron lesionados: 81 policías heridos por elementos contundentes, 8 por ataques sin armas, 6 que han requerido hospitalización, uno por arma neumática, otro por arma de fuego y uno más por arma cortopunzante.

La capital santandereana registró 58 uniformados lesionados, de estos 52 se vieron afectados por elementos contundentes, 3 por explosivos incendiarios y 3 por ataques sin armas.

Además, según la Policía, en medio de la protesta social 16 civiles han resultado afectados. 10 que denunciaron abuso de autoridad, 5 por lesiones y uno por privación ilegal de la libertad.

La infraestructura de la ciudad también ´lleva del bulto’, en estos tres meses las autoridades han logrado identificar 45 locales comerciales vandalizados, 27 entidades bancarias, 2 instituciones educativas, 13 vehículos de transporte público, 7 instituciones gubernamentales, un bien cultural y dos vehículos de entidades públicas.

Sumado a ello, una estación de policía, una cámara de seguridad, ocho CAI y 28 vehículos de la Policía han sido objeto de los actos violentos.

En lo relacionado a sanciones en medio del paro, el balance de la Policía da cuenta de 78 capturas y 3 aprehensiones en el área.

Los delitos con más relevancia en medio de estas jornadas son violencia contra servidor público, daño en bien ajeno, obstrucción a vías públicas, tenencia de sustancias u objetos peligrosos y terrorismo.

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Publicado por Redacción Vanguardia

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