Si ha costado mucho reemplazar en la cultura santandereana el arraigado concepto de que no somos capaces de unirnos y últimamente...
Reflexión del día: El deterioro suele invadir el espíritu
Si una puerta está desvencijada es porque se ha ido ‘percudiendo’ con el paso del tiempo. De igual forma, el estar a la intemperie hace que ella se vea desaliñada y con la pintura desgastada; incluso es probable que la chapa se le oxide.
En términos prácticos, a dicho ‘portón’ se le puede devolver su aspecto original pintándola de nuevo. ¡Claro! Eso se puede hacer cuando se trata de un material físico. Sin embargo, cuando nuestra vida es la que se ve expuesta a la constante pérdida de valores no resulta nada fácil restaurarla.
¿A qué voy?
A que en la actualidad la moralidad, el lenguaje respetuoso, la honestidad y la decencia se han ido ‘enmoheciendo’ por la trivialidad que lastimosamente domina al mundo.
Lo peor es que, en lugar de detectar y frenar las causas de ese decaimiento, nos estamos dejando arrastrar por esa corriente frívola y, en cierta medida, el matiz de nuestra esencia se ha ido desbaratando.
Los efectos de esa permisividad por la vulgaridad, por la chabacanería o por la suciedad del entorno se reflejan en nuestro espíritu. Dejar entrar a nuestra vida la grosería, la bastedad y el desdén es grave y nos conduce al degeneramiento.
¿Hay algo en su vida que se esté resquebrajando? Si es así y no hace a algo para repararlo, de una manera paulatina, comenzará a experimentar que todas sus cosas se le irán desarreglando.
No puede ir por la vida ‘haciéndose el de la vista gorda’ con las situaciones que debe solucionar, so pena de hundirse más en el óxido y en el descuido.
Tampoco puede darse el lujo de faltar a su palabra ni negociar sus valores; si lo hace, si se deja embadurnar por la falta de respeto, le abre la puerta a la ‘desorganización’. Así las cosas, poco a poco se irán hundiendo cada día más.
No se deje impregnar de malos hábitos, no permita que su forma de expresarse se degenere, no caiga en excesos ni mucho menos se deje llevar por actitudes lambonas, superfluas o desobligantes; todo lo contrario, practique la decencia, compórtese bien y haga de su buen hablar un distintivo que le haga brillar en cualquier situación.
Es fundamental cuidar esos detalles que, aunque parecen pequeños, tienen su importancia en el diario vivir y, mejor aún, serán sus mejores credenciales.
No sea permisivo con su desorden; no se acostumbre a vivir en medio de la podredumbre.
¡Jamás abandone los ideales con los que estudió, con los que conformó su hogar o con los que entabló algún proyecto!
Y recuerde que esas cosas no dependen de una empresa o de una posición económica; es su decisión.
Es decir, usted elige cómo quiere vivir su vida y, haga lo que haga, no puede terminar culpando a los demás de su situación personal.
¡CUÉNTENOS SU CASO

Las inquietudes asaltan con frecuencia a nuestro estado de ánimo. No obstante, con cada cuestionamiento tenemos una posibilidad más para afrontar un nuevo horizonte, ya sea razonando o aplicando sanas estrategias para el alma. ¿Cuáles son esos temores que lo asfixian en la actualidad? Háblenos de ellos para reflexionar al respecto en esta página. Envíe su testimonio a Euclides Kilô Ardila al siguiente correo electrónico: eardila@vanguardia.com En esta columna, él mismo le responderá. Veamos el caso de hoy:
Testimonio: “El desánimo en el que me he estado sumergiendo me atiborra los pensamientos de negatividades. Es como si un rayo me ‘electrocutara’ la cabeza y no me dejara ver claro. Pienso, una y otra vez, que todo me saldrá mal y no alcanzo el autodominio que antes tenía. Me gustaría que me diera uno de sus sabios consejos. Muchas gracias”.
Respuesta: Diría que es relativamente ‘normal’ que, en medio del desgano en el que anda, su mente esté invadida de pensamientos grises.
Y aunque no le estoy diciendo que se resigne a ser pesimista, también sé que todas las personas atravesamos por momentos en los que sentimos un poco de desaliento y de escepticismo.
Sin embargo, cuando esa negatividad es constante y le dificulta la vida, es preciso tomar medidas.
Lo primero que debe hacer es ser consciente de sus pensamientos y de comprenderlos. La idea es tener claro qué le está causando ese estado melancólico, entre otras cosas, para neutralizar ese corto circuito o ese ‘rayo’ que lo ataca.
Es preciso girar el cristal que le hace ver su entorno gris hasta reflejar un color más amable o el que mejor se adapte a lo que vive en la actualidad.
Sea sincero con usted mismo. Háblese de una forma asertiva y constructiva hasta que logre hacer un cambio considerable en su forma de ver las cosas.
Ojo: no es solo decirse ‘bla, bla bla’; es preciso asumir una posición de restauración que le permita cambiar la lente con la que está viendo su entorno.
Pídale a Dios serenidad y claridad para actuar. De igual forma, póngase manos a la obra para modificar lo que no le gusta o simplemente cambie el enfoque de lo que le está afectando. ¡Hágame caso!
REFLEXIONES CORTAS

* Dios sabe lo que usted vive, aunque no se lo haya dicho; conoce su dolor, aunque le haya ocultado sus lágrimas; se da cuenta de lo que hace, así lo haga a escondidas. ¡Tranquilo! Dios siempre le dará algo grande y maravilloso en el tiempo de Él, no en el suyo. Confíe en Jesús, sepa esperar sus bendiciones con paciencia.
* Nadie sabe lo que llevamos en el pecho, ni se imagina el dolor que podemos estar sintiendo por alguna situación o circunstancia por la que atravesemos. ¡La procesión va por dentro! En ocasiones mostramos una sonrisa en el rostro cuando por dentro sentimos que el corazón se nos rompe a pedazos.
* Somos lo que hacemos repetidamente; por lo tanto, la excelencia no es un acto, sino un hábito. La idea es hacer las cosas bien, no buscar razones para demostrar que no se pueden hacer. Comprenda que la vida no es algo que se le da hecho, sino que tiene que producir las oportunidades para prosperar.
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Periodista de Vanguardia desde 1989. Egresado de la Universidad Autónoma de Bucaramanga y especialista en Gerencia de La Comunicación Organizacional de la Universidad Pontificia Bolivariana. Miembro del equipo de Área Metropolitana y encargado de la página Espiritualidad. Ganador del Premio Nacional de Periodismo Simón Bolívar.
eardila@vanguardia.com