La historia demuestra que las naciones y regiones que han experimentado un desarrollo significativo han sido aquellas en las que el sector público y el empresarial se han unido y compartido responsabilidades y objetivos.
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Diez años de la muerte de Osama bin Laden: ¿Qué pasó con Al Qaeda?
Diez años después de la muerte de Osama bin Laden, la impronta de Al Qaeda sigue viva.
Aunque la organización terrorista se ha visto mermada en la última década tras el vacío dejado por su carismático líder, aún goza de un verdadero poder de resistencia y adaptación.

Se ha convertido en una ‘franquicia’ del terrorismo islamista. Es decir, grupos que operan de forma independiente en áreas geográficas con contextos políticos diversos y en estados fallidos sumidos en la pobreza y la frustración que nutren el radicalismo.
Bin Laden, el enemigo número uno de Estados Unidos y el terrorista más buscado del mundo, cayó abatido por un comando élite de las fuerzas especiales de Estados Unidos, el 2 de mayo de 2011 en Pakistán, por orden del entonces presidente Barack Obama.
Los servicios de inteligencia de Estados Unidos le seguían la pista a Bin Laden, acusado de estar detrás de los ataques del 11 de septiembre en 2001 que dejaron cerca de 3.000 muertos, desde octubre de ese mismo año, cuando perdieron su rastro en áreas tribales entre Afganistán y Pakistán.
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Desapareció Bin Laden pero no diezmó el crecimiento de la organización, de “Al Qaeda, la ideología”, opina Óscar Palma, docente de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.
La muerte de Bin Laden no representó el fin de Al Qaeda como algunos querían o creían, la organización sigue con otro comandante al mando, el egipcio Ayman al Zawahiri, agrega en ese sentido el experto en conflictos.
“Más allá de ser una organización, representa una idea, una ideología, que fue apropiada por muchos otros movimientos más allá de Al Qaeda, de Osama Bin Laden y de sus lugartenientes más cercanos”, subraya Palma.
En ese sentido, Víctor de Currea-Lugo, analista de conflictos armados y docente universitario, coincide en que Bin Laden como líder carismático sí dejó un vacío grande, pero reconoce que a nivel operativo Al Qaeda sigue existiendo, y especialmente su ideología, “por lo tanto no puede descartarse su amenaza futura”.
“Tuvo un impacto mediático, simbólico, pero no necesariamente en la estructura de lo que conocemos como Al Qaeda, lo importante es tener en cuenta que no es una estructura piramidal, sino que trabaja de manera independiente”, describe el experto.
Pero José Ángel Hernández, experto en Medio Oriente y director de la Maestría de Historia Contemporánea de la Universidad Sergio Arboleda, considera que Al Qaeda en estos momentos carece de un líder destacado, que sea un referente para sus seguidores.
Es más, observa una desconexión al adjudicarse autorías de cuanto atentado ocurre en el mundo.
“No sabemos si hay una coordinación clara en la que se pueda identificar un líder que todos sigan”, comenta.
Su evolución y alianzas
Ahora bien, Palma se refiere a otro aspecto: la evolución que ha tenido Al Qaeda tras la muerte del saudí Bin Laden.
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Explica que se ha descentralizado con ‘franquicias’. Pequeñas sucursales de la red terrorista en otras regiones del mundo, lo cual ha contribuido a la continuación de Al Qaeda como tal.
Particularmente señala su presencia en el Magrebí Islámico, una organización que delinque en África Occidental, principalmente en Mali, es fuerte allí. También en la península Arábiga. Opera en Yemen, anota Palma, quien analiza que el conflicto civil en ese país ha sido un escenario ideal para la extensión de las redes de Al Qaeda.
Igualmente ha añadido a sus filas nuevos grupos como el nigeriano Boko Haram, las milicias somalíes Al Shabab y una rama local en India, para diseminar su influencia mediante alianzas con milicias islamistas o tribus locales.
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Entonces, Palma asegura que no puede hablarse del fin de Al Qaeda con la desaparición de Bin Laden, “tal vez un debilitamiento estratégico, pero especialmente por el surgimiento del Estado Islámico, que es precisamente una derivación de otra de las franquicias de Al Qaeda en Iraq”.
De hecho, De Currea-Lugo apunta que el surgimiento y el auge del Estado Islámico en 2014, así como el fortalecimiento de organizaciones del mismo corte, caso Boko Haram o el radicalismo en India, permiten que Al Qaeda se mantenga y siga inspirando.

Un mundo más inseguro
Si bien remarca que Al Qaeda ya no es visto como el referente en el mundo musulmán radical, sí lo es el Estado Islámico, pese a su “derrota” en 2019. Está resurgiendo en Iraq y Siria, e incrementando su presencia en Afganistán, Pakistán y África.
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En ese contexto, De Currea-Lugo cree que el mundo sigue siendo inseguro sin Bin Laden, porque el radicalismo islamista continúa ganando terreno.
Pero para él lo más grave son las causas que lo han perpetuado y alimentado esa opción político-militar: injusticia social en países musulmanes, especialmente la islamofobia en el mundo occidental; la falta de atención en guerras como la de Siria y Yemen, y la profunda discriminación contra los migrantes de países de mayoría musulmán en Europa y EE.UU.
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“Hay otros frentes que han hecho el mundo mas peligroso”, concluye.
Hernández comparte la misma opinión, afirmando que hay una mayor inestabilidad, no solo porque ocurren hechos geopolíticos y militares que han alborotado el avíspero que hace que el mundo islámico reaccione de manera violenta contra Occidente, sino también por las políticas erráticas de EE.UU., que asumió el rol de garante global del orden.
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Periodista de Vanguardia desde 1996. Egresada de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Editora de la sección de Tendencias y Vanguardia Kids. Editora nocturna.
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