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La crisis bielorrusa: Revolución democrática en la órbita postsoviética
- La antigua exrepública soviética es epicentro de masivas movilizaciones pacíficas en contra del presidente Alexánder Lukashenko, desde hace ya dos meses, sin que se vislumbre una salida a la crisis, en la que Rusia juega un papel crucial en la supervivencia del régimen bielorruso. (Foto: Fotomontaje / VANGUARDIA
Bielorrusia, es desde hace dos meses, escenario de la mayor ola de protestas sociales de la era postsoviética.
En el centro de la crisis está Alexánder Lukashenko, un controvertido presidente que llegó a decir que “es mejor ser dictador que gay”, se dedicó a acumular poder real, a gobernar con mano dura y a cambiar la Constitución a su antojo para ampliar su mandato en medio de sucesivas elecciones supuestamente amañadas.
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Pero las últimas elecciones, el pasado 9 de agosto, en las que Lukashenko ganó con un abrumador 80% de los votos y cuyos resultados fueron recibidos con protestas en todo el país, fueron ‘la gota que rebosó la copa’.
Svetlana Tikhanovskay, la rival opositora, terminó exiliada en Lituania luego de denunciar fraude electoral, y anunciar una ofensiva ante organismos internacionales.

La comunidad internacional ha rechazado la legitimidad de la elección de Lukashenko entre ellos EE.UU., la Otan, la Unión Europea y su vecino Ucrania; mientras China y Rusia le han dado su respaldo.
Pero el “eterno” presidente bielorruso no parece dispuesto a ceder nada. El pasado 23 de septiembre se posesionó, en secreto, para un sexto mandato.
El hartazgo de los bielorrusos contra Lukashenko, en el poder desde hace 26 años y apodado “el último dictador de Europa”, se palpa a diario en las calles. La respuesta del Gobierno, ha sido la represión y los arrestos masivos.
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Si bien el malestar popular por las últimas elecciones ha desatado una ola de manifestaciones multitudinarias, tampoco hay que olvidar que Lukashenko goza de un apoyo importante dentro del país eslavo, resalta José Ángel Hernández, director de la Maestría en Historia de la Universidad Sergio Arboleda.
El gobernante bielorruso se opone a las privatizaciones de empresas, defiende la actividad agrícola y ha mantenido buena parte de la economía orientada hacia Rusia.
En ese sentido, Jesús Agreda Rudenko, profesor de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, explica que Bielorrusia ha mantenido su distanciamiento de Occidente y solo ha evitado mayor presión, es decir, ha logrado conservar su propio sistema político al “mantenerse como una dictadura, gracias a la protección de Rusia y a la relación económica con ese país”.

Sumado a ello, se ha consolidado como un paso de mercancías que ayudan a evitar las sanciones rusas y de la Unión Europea sobre las importaciones, apunta.
En esa línea, Hernández considera que el presidente ruso Vladimir Putin no va a permitir que Bielorrusia se acerque a Occidente, como ha ocurrido con Polonia u otros países de la antigua órbita soviética.
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Para él es claro que Lukashenko es un “títere” de Putin, y por ello, se mantiene en el poder.
“Por mucho que haya manifestaciones y por mucho que la Unión Europea y Estados Unidos apliquen sanciones”, Lukashenko seguirá gobernando, o a futuro, pondrán a otro líder cercano al Kremlin, opina Hernández.
Además, Putin no puede darse el lujo de permitir una revolución en Bielorrusia, “porque es una clara forma de evitar la propagación de este tipo de levantamientos en su propio territorio”, remarca Agreda Rudenko.
Sin embargo, un elemento a destacar, a su juicio, es la renovada ola democratizadora en el espacio postsoviético, citando a Ucrania o lo que está pasando en Kirguistán.
“Por lo que de alguna manera la situación de Bielorrusia no es una situación aislada. La gente está cansada de un único liderazgo político que ha estado en el poder por décadas, pero que en este caso específico no ha sido capaz de satisfacer las necesidades de la población”, concluye el docente universitario.
Sistema autocrático, sin carisma
La situación que se vive en Bielorrusia es inconveniente para todas las partes, asegura Jochen Kleinschmidt, profesor de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario.
Señala que es inconveniente en primer lugar para Alexánder Lukashenko que no ha podido parar las manifestaciones; para los bielorrusos que siguen bajo un gobierno autocrático y por último. para Valdimir Putin, quien enfrenta la posible desestabilización de otra nación de la periferia de Rusia.
Desde su punto de vista, lo que demuestran estas protestas sociales es que “los sistemas autocráticos postsoviéticos han perdido su carisma de poder ofrecer seguridad y estabilidad económica, pero tampoco hay visible una alternativa”.
