El Área Metropolitana de Bucaramanga, AMB, como corresponde a parte de sus funciones, acaba de establecer diez puntos en...
La vegetación y su influencia en la temperatura ambiental
¿Le ha sucedido, en los últimos años, que durante el día, cuando el sol está en su máximo explendor, el calor es poco soportable y siente que los rayos ultravioletas caen sobre su cuerpo? Es probable que esto lo haya vivido, sobre todo durante estos días donde las altas temperaturas sofocan.
Ahora imagínese la misma escena, pero esta vez rodeado de ceibas, samanes, palmas, chiminangos, bambús o cualquier otro tipo de especie vegetal, seguro sentirá otro tipo de clima, así estuviera con la misma temperatura ambiental.
Como ya sabrá y muchas veces ha escuchado, la vegetación contribuye a la calidad ambiental, pero realmente, ¿sabe por qué? Pues bien, la sombra de las hojas de los árboles reduce la temperatura ambiente de las paredes y los pavimentos.
Seguramente si en la urbe existieran más árboles, los bosques aledaños a la metrópoli mantuvieran las especies vegetales y los parques no hubieran sufrido a consecuencia de la tala indiscriminada, la vegetación mitigaría el clima en las calles de la ciudad.
Recuerde, es momento de cambiar y no continuar con la práctica de la tala ambiental, que evidentemente afecta el ecosistema.
La reforestación, una alternativa para disminuir la temperatura ambiental
No cabe duda, los árboles, arbustos y el pasto, mejor dicho la vegetación en general, mejoran la temperatura del aire en los ambientes urbanos mediante el control de la radiación solar, y ante esta realidad el experto en urbanismo y Ambientalista Jorge Afanador Contreras asegura que en Bucaramanga la calidad del aire “muy regular, día a día empeora con el crecimiento del parque automotor”.
Para Contreras, “los árboles modifican el clima urbano dando estabilidad a la temperatura subiendo los niveles de humedad al enfriar el aire a su alrededor con el efecto de evapotranspiración. Las hojas, al tapar el paso del sol, logran que se enfríen las llamadas islas de calor, generadas por la mancha urbana de concreto y pavimento. En épocas de verano, la temperatura del asfalto bajo la sombra de los árboles puede ser 20° más baja que a pleno sol, y gracias al follaje de los árboles, el aire puede ser de tres a cinco grados más fresco”.
“Sin duda alguna la reforestación puede reducir las temperaturas, la recuperación de las zonas verdes pavimentadas para parqueaderos con la obligatoria implantación de un árbol produciría un cambio muy favorable en lo ambiental, estético y confortable del espacio urbano. La siembra de especies nativas, aromáticas como en alguna época era Bucaramanga, en donde el aroma del YlangYlang de la ciudad era una característica que iba de la mano con el paisajismo, como herramienta obligatoria en la implantación de especies y su poda”, dice.
Jorge Afanador Contreras Urbanista y Ambientalista
¿Cuál es la importancia de la vegetación para reducir la temperatura ambiental?
La vegetación, las plantas, especialmente los árboles, proveen beneficios funcionales en el entorno urbano, hacen una labor silenciosa forjando la vida más agradable. Son valiosos, vitales y nos protegen de nuestra propia contaminación, no solo por su importancia estética y ornamental.
Las islas de calor urbanas impactan fuertemente los indicadores de la sostenibilidad ambiental de una ciudad, que ahora tienen en cuenta el panorama actual de cambio climático. Las ciudades ponen a prueba la capacidad de adaptabilidad del ser humano ante el aumento de las temperaturas, de ahí surgen términos y conceptos como ecópolis, ecología urbana, ciudades inteligentes, arquitectura sostenible, reconocidos dentro de la comunidad científica y que generan unos indicadores para valorar que tan sostenible es un centro urbano.
¿Qué beneficios traen los árboles en el ambiente urbano?
Los árboles son los pulmones urbanos, entregan el oxígeno en la atmósfera, sirven para filtrar y aromatizar el aire, y la gran habilidad de reducir la polución. Las áreas llenas de vegetación filtran la contaminación, atrapan micro partículas de polvo, hollín y limpian el aire de productos químicos. La fotosíntesis remueve los contaminantes dañinos, absorben elementos a base de petróleo previniendo que los caudales de agua los reciban y el sistema denso de raíces estabilice el suelo reteniendo sedimentos, en donde las impurezas penetran al suelo donde se degradan.
Son el hábitat de innumerable cantidad de especies, que en nuestra ciudad han ido desapareciendo con el correr de los años debido a la tala y la siembra de especies que no sirven para su desarrollo y permanencia como los Oitíes ,que durante los últimos decenios invadieron las zonas verdes.
Agencia de Noticias UN
La Sede Palmira se ha convertido en una extraordinaria reserva de especies botánicas, no solo por custodiar el más importante herbario del suroccidente colombiano (Herbario Josep Cuatrecasas y Arumí), sino por albergar en sus once hectáreas más de 700 especies de árboles que comenzaron a sembrarse desde hace más de 40 años.
Este campus cuenta con ceibas, samanes, palmas, chiminangos y frutales, entre otros. Asimismo, dispone de una gran variedad de especies botánicas que han servido a los docentes para la enseñanza y a la comunidad universitaria para refrescarse.
“Tenemos importantes familias de lecheros, carboneros, Moraceae y otras leguminosas. Hoy en día es notable la diferencia entre el campus universitarios arborizados y otros lugares de Palmira. Los árboles nos protegen contra los rayos ultravioleta y el calentamiento global, que cada vez es más intenso”, afirma El profesor Gabriel de la Cruz, docente de Botánica.
Otro de los beneficios de la reforestación ha sido la recuperación de un gran número de aves, una mayor diversidad de insectos y el desarrollo de trabajos en torno a temas como riegos, manejo del medioambiente y servicios ambientales.
El docente señala que la iniciativa de arborizar la Sede Palmira surgió cuando él llegó a la Institución a ejercer la docencia, pues se dio cuenta de que el Laboratorio de Botánica no disponía de flores diferentes para la enseñanza y no había frutos ni plantas para describir familias o especies. Por lo tanto, se le ocurrió que este enorme espacio fuera una ampliación de las cuatro paredes del laboratorio.
El proceso comenz ó en 1975, cuando siendo estudiante y movido por los conocimientos ambientales de Hernando Patiño, el profesor Gabriel de la Cruz comenzó a preocuparse por el manejo ambiental de la sede y su compromiso con la ciencia.