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Lunes 21 de febrero de 2022 - 12:00 PM

Putin desafía a Occidente al dar soberanía a separatistas en Ucrania

Las ambiciones secesionistas en el este de Ucrania han sido una ficha clave en el dominó geopolítico de Rusia en Europa del Este.

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Fotoilustración  / VANGUARDIA
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En un abierto desafío a Occidente, Vladímir Putin reconoció ayer la independencia de dos regiones separatistas prorrusas del este de Ucrania, lo que pone en jaque un eventual acuerdo de paz, y agrava las tensiones en torno a una inminente invasión a la antigua república soviética.

Putin dio un paso adelante en el conflicto por Ucrania al otorgar el visto bueno de su país a la soberanía de las autoproclamadas repúblicas Donetsk y Lugansk, en la región prorrusa del Donbás.

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Un estatus, que a juicio de los analistas, complica severamente la crisis entre Rusia y Occidente, abriendo la puerta a una intervención directa del Kremlin en esa zona -considerada una cuenca minera e industrial- sumado al temor de una guerra que cobre mayores dimensiones.

¿Qué implicaciones tiene?

Angelo Flórez, docente investigador, Universidad Santo Tomás, considera que con esta decisión Rusia los trataría como países independientes y podría firmar acuerdos de cooperación militar con ellos, que incluirán una presencia de tropas en estos territorios.

Es decir, meter tropas en esos dos territorios para “defenderlos” de una invasión ucraniana, “siendo que son parte de Ucrania”, explica.

Cabe mencionar que Donetsk y Luhansk están bajo control de militantes prorrusos desde 2014, cuando fuerzas separatistas se enfrentaron con el Gobierno ucraniano.

Desde esa fecha, el conflicto ha dejado unos 14.000 muertos y miles de desplazados. Un conflicto, que se ha recrudecido en medio de la escalada por un posible ataque ruso contra Ucrania.

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Es más, está latente pese a la firma en febrero de 2015 de los Acuerdos de Paz de Minsk suscritos entre Ucrania, Rusia, Francia y Alemania, como punto de partida para negociar una salida política al conflicto, pero que han sido en vano ante las violaciones del alto el fuego de ambas partes.

Incluso, eran unos acuerdos que pretendían precisamente la devolución de esas zonas a la soberanía ucraniana.

Al respecto, Flórez recuerda que podría repetirse la historia de Georgia, cuando en 2008 estalló un conflicto armado con las repúblicas prorrusas de Osetia del Sur y Abjasia. Ambas, fronterizas con Rusia, declararon su independencia entre 1991 y 1992.

Para Cristian Rojas, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana, si bien la decisión de Putin no sorprende, sí puede dar luces sobre la estrategia del Kremlin.

Lo anterior, agrega, teniendo en cuenta la invasión de Crimea, y su ciudad portuaria Sebastopol así como toda la tensión al interior de Ucrania en el Euromaidán, la ola de manifestaciones tras la caída del presidente prorruso Víktor Yanukóvich.

“Se veía que Rusia estaba apuntando a esas regiones porque eran mayoritariamente prorrusas, lo que le había permitido incidir políticamente al interior de Ucrania, pero después del Euromaidán, la estrategia no funcionaba”, describe Rojas.

Entonces, Rusia recurrió a fragmentar geográficamente el país, e incluso anexar regiones, como lo hizo en Ucrania y en su momento en Georgia, argumenta el académico.

En su opinión, la estrategia de Rusia, es muy vieja y muy propia de la Guerra Fría.

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Lo que significa que no actúa directamente sobre el país con sus propias tropas, sino que se apoya con grupos afines que ya están dentro del territorio, “con el argumento de la autodeterminación de los pueblos y de que deben decidir su propio destino”, insiste Flórez.

Y en ese orden de ideas sentencia: “más que reafirmar la idea de una invasión rusa, puede presentarse un escenario de una incidencia rusa no directa en términos bélicos”.

Para complementar tal afirmación, Isaac Bigio, analista internacional, economista e historiador peruano, sostiene que a Rusia no le conviene invadir Ucrania, pues ya ganó Crimea hace ocho años.

Con ello se refiere a la península ucraniana que se convirtió de facto en parte de Rusia en marzo de 2014.

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Desde el punto de vista histórico, recuerda que Rusia, Bielorrusia y Ucrania son tres pilares que fundaron el imperio soviético, son países eslavos cuyas lenguas son muy similares y comparten la misma religión, la ortodoxa.

Es decir, tienen una historia común y Rusia se opone a que se acerquen demasiado a Occidente.

Bigio destaca que “Putin teme que si Ucrania entra a la UE y la Otan, se va a desintegrar Rusia y su alianza con Bielorrusia”, gobernada por el cuestionado régimen de Alexander Lukashenko, muy cercano a Moscú.

Bajo está lógica, Flórez advierte que Estados Unidos estaba preparado para una guerra abierta contra Rusia, pero ahora, es más compleja la situación cuando se trata de rebeldes del Donbás, como un estado independiente al amparo del Kremlin.

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Publicado por Ángela Castro Ariza

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