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Alexander Arciniegas
Miércoles 18 de marzo de 2020 - 12:00 PM

Pandemia y Estado mínimo

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Aunque demonizado por décadas el Estado es el mecanismo que permite unir y gobernar los intereses sociales. Su papel resulta fundamental en la vida ordinaria de los pueblos y más en emergencias como la que hoy enfrenta el mundo.

Sin embargo, la ideología diseñada desde los setenta por la Comisión Trilateral y actualmente impuesta desde Davos, erosionó de la capacidad estatal para regular y proteger la población mediante políticas de austeridad que llegaron a los países ricos y a regiones como Latinoamérica mediante las presiones de instituciones como el FMI o la OCDE.

Así, la globalización capitalista no solo consagró la prepotencia del capital financiero y de las grandes empresas transnacionales sino que en el plano social, incentivó comportamientos y valores individualistas y mercantiles.

Esta dinámica sirve de marco a los deficientes controles migratorios y a la irresponsable demora del gobierno Duque en cerrar terminales aéreos como El Dorado a sabiendas de que por allí continúan entrando a Colombia probables infectados con coronavirus, entre otras cosas, por porque quien manda en nuestros aeropuertos son cuatro concesionarios privados, dos de ellos extranjeros: AENA socia del inefable Sarmiento y ASUR. Pero también explica el acaparamiento de tapabocas y gel antibacterial por ciudadanos presa del egoísmo y el miedo.

Sobre la manera como Colombia enfrentará en los próximos meses el desafío de salud pública que se viene la cuestión va más allá del trillado autocuidado y causa profunda inquietud considerando la capacidad instalada de nuestro sistema de salud debilitado por décadas de “estado austero” y la posibilidad de que la vida de cientos de miles de seres humanos quede a merced del negocio de las EPS.

Mientras en China un estado fuerte, el disciplinamiento y la atención sanitaria de la población fueron extraordinarios, como la construcción de un hospital en solo diez días, en Colombia uno de los países que más lejos ha llevado el credo neoliberal, en plena emergencia se demuelen hospitales para privatizarlos y quedaremos a merced de la “virgen de Chiquinquirá”.

¡Urge cambiar el rumbo!

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