lunes 28 de agosto de 2023 - 12:00 AM

Editorial

La rebaja del salario de los congresistas

Ahora la opinión tiene doble interés en el proyecto que se tramita, pues al del anhelo de austeridad en los salarios, hay que sumarle el que no prospere la autorización que pretenden darse los legisladores para vincularse al sector privado

Si algo ha tenido hasta ahora el debate del proyecto de ley sobre reducción de salarios a los congresistas, hecho, obviamente, por los mismos legisladores, es el grado de superficialidad, desinterés y descaro en muchos casos, como es el que acompaña a la postura de varios ‘padres de la patria’ que adelantan una disposición, dentro del articulado, que les daría autorización para desempeñar actividades económicas en el sector privado, mientras cumplen sus funciones de senadores o representantes, lo que significa, ni más ni menos, abrir la puerta grande de la corrupción a un congreso que no brilla propiamente por su transparencia.

Con el argumento, simplista y claramente demagógico, de que el sueldo superior a 43 millones de pesos mensuales, no les alcanza para cumplir con su tarea de legisladores, residir en Bogotá y desplazarse a sus regiones a mantener el contacto con sus electores, lo que los congresistas están haciendo es tratar de crear una circunstancia en la que sea imposible perder, porque finalmente el proyecto se hunda y el sueldo quede intacto, o porque si se aprueba, les de la posibilidad de compensar con creces, lo que se rebaja, con lo que se ganarán en el sector privado, donde, por supuesto, exprimirán al máximo su poder como congresistas.

Es importante entonces, que la ciudadanía entienda que su vehemente posición en contra de los desbordados ingresos de los miembros del legislativo y su entusiasmo por verlos rebajados, podría ser maquiavélicamente utilizada en su contra al darle sobre el papel una rebaja en dinero, que se vería ampliamente superada con ingresos que ellos obtendrían en una actividad paralela que reduciría su escaso rendimiento laboral en su función pública y golpearía frontalmente el objetivo de transparencia en sus actuaciones, que es otra de las grandes deficiencias que tiene esta rama del poder público.

Lo que estamos viendo es una nueva versión, mucho más peligrosa, de las ‘jugaditas’ que suelen hacer los congresistas cuando de maniobrar con el reglamento y las conveniencias se trata. Ahora la opinión tiene doble interés en el proyecto que se tramita, pues al del anhelo de austeridad en los salarios, hay que sumarle el que no prospere la autorización que pretenden darse los legisladores para vincularse al sector privado en donde, a pesar de los evidentes conflictos de intereses que se causarían, usarían su poder en ambos bandos para sacar tajadas más jugosas y relegar aún más el interés general, en beneficio del interés particular de sus ocasionales empleadores. Todo un adefesio moral.

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