Sitios emblemáticos de la geografía bumanguesa han sido determinantes para su historia, algunos desaparecieron y otros marcan el futuro de la Ciudad Bonita.
Bucaramanga, a lo largo de sus 400 años, sufrió una serie de transformaciones en su infraestructura, que a su vez cambiaron el panorama de cómo luce hoy en día.
La historia narra que a la par de la construcción de polvorientas calles se fueron levantando obras de albañilería, que se establecieron como referente para la población de la época.
La primera y más recordada construcción es la de la iglesia de Chiquinquirá del Real de Minas de San Laureano, que creció al ritmo de la ciudad y alrededor de la que se erigió el Centro Histórico y Administrativo de la ciudad.
Según los historiadores, este punto marcó la expansión de lo que hoy es la Bucaramanga de la meseta, y que nació a partir de una ‘media luna’ que se levantó del occidente y el norte de la plaza central, hoy parque García Rovira.
Se dice que los inicios de la ciudad se marcaron por expansión de las construcciones cerca a las quebradas Seca y Rosita, por el desfile de carruajes de madera tirados por burros y por la construcción de puentes que permitían atravesar a los comerciantes de un lado a otro de la comarca.
Vanguardia reunió algunos de los lugares que se mantienen en la memoria social como referentes de progreso a lo largo de los años.