Este martes 8 de febrero se cumple un año del fallecimiento de Oswaldo Contreras, quien trabajó durante más de 20 años en esta casa periodística y dejó una huella imborrable por su calidad humana y profesionalismo.
Parece que fue ayer que pisó por última vez la que fue su casa por más de 20 años y, como en los viejos tiempos, organizó minuciosamente el especial por el fallecimiento de Diego Armando Maradona, con un abordaje principalmente local, de lo que fue la visita del ‘10’ a la ‘Ciudad Bonita’.
Un par de meses después, el 8 de febrero de 2021, Ángel Oswaldo Contreras Sabogal perdió la batalla contra el COVID-19.
Hoy se cumple un año de su partida y en la redacción de Vanguardia hace una falta enorme: extrañamos al amigo, compañero, periodista y a la ‘Biblia del Ciclismo’.
Al amigo, porque siempre estuvo cuando se necesitó, para brindar su aliento y ponerse en los zapatos de los demás sin entrar a juzgar.
Al compañero, porque la solidaridad hacía parte de su ADN. Sin importar las dificultades del momento, ahí estaba para respaldar a los demás y ponerle el pecho a la brisa.
Al periodista, porque no cabe duda de que tenía en su mente el mapa del deporte de Santander. Conocía como pocos de todas las disciplinas y las hazañas de los deportistas de la región generaron sus mejores textos, llenos de todo el profesionalismo.
Y a la ‘Biblia del Ciclismo’, como acertadamente le puso nuestro compañero Sergio Bustos, porque era un especialista del deporte de las ‘bielas y los pedales’ y siempre tenía la respuesta acertada a cualquier inquietud al respecto.
Son muchos sentimientos encontrados en una fecha como hoy, que nos derrumbó a todos, pero también es un día para recordar con alegría al gran Oswaldo Contreras, porque eso fue lo que él entregó a su paso.
Es un día para recordar sus frases, que aún están en la cabeza de quienes compartimos con él: “tengo unas ganas de trabajar que no me las aguanto”, “todo es susceptible de empeorar”, “cada día trae su afán”, “entrego la página cuando la termine” y “estoy acá por pura y física inercia”, entre otras.
Es un día para recordar su nobleza: siempre calmado, sin perder la compostura, aunque muchas veces quisieran llevárselo por delante.
Es un día para recordar al trabajador, ese que se echaba al hombro la ceremonia del Deportista del Año o la separata deportiva de los lunes, de seis páginas.
Es un día para recordar al hombre de familia, que lo afectó el fallecimiento de su ídolo, Juan de la Cruz Contreras, y que estaba pendiente de sus seres queridos y de su ‘cosonón’, como cariñosamente llamaba a su esposa, Isabel Pava.
Y es un día para recordar al hombre de fe, que no se dormía sin hacer el rosario y que en su camisa siempre llevaba la imagen del Divino Niño y la Virgen María.
Como hace un año, me despido con el: “Descanse en paz compañero, sé que la Virgen y el Divino Niño, que no se separaban de su pecho, lo acogen con los brazos abiertos. Nos reencontraremos algún día para hablar de las hazañas ciclísticas, entre ellas las de su ídolo, Eddy Merckx; para tomarnos el pelo con su Santafesito y mi Millitos y para reírnos con esos dichos y apuntes que sólo usted tenía”.
