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Martes 29 de marzo de 2022 - 12:00 PM

248.658 hogares en Bucaramanga y su área manifestaron que situación económica es peor comparada con la de hace un año

A través de la historia de la comerciante informal Luz Eddy Rojas, Vanguardia comparte los resultados de la reciente Encuesta de Pulso Social del Dane. La principal conclusión: se consolida el pesimismo económico en los hogares bumangueses.

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Miguel Alguero / VANGUARDIA Luz Eddy Rojas, comerciante informal, en su caseta en el centro de Bucaramanga.
Miguel Alguero / VANGUARDIA Luz Eddy Rojas, comerciante informal, en su caseta en el centro de Bucaramanga.

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Miguel Alguero / VANGUARDIA Luz Eddy Rojas, comerciante informal, en su caseta en el centro de Bucaramanga.

-“¿Cuánto cuestan estos dinosaurios?”. Pregunta un señor que va de la mano con su hijo por el centro. Mira, toca y repara. Sigue su trayecto.

-“A $85 mil”. Responde Luz Eddy Rojas.

Este encuentro se da en una caseta sobre la carrera 15 con calle 35. Allí hace 40 años el esposo de Luz Eddy, Jhoan Hernández, empezó su puesto informal y hace siete años lo asumió ella, luego de perder su trabajo como vendedora por nómina en una empresa de Bucaramanga.

Viven en el barrio Alfonso López, desde donde cada mañana Luz Eddy sale para el centro a abrir las puertas de la caseta.

Mientras acomoda unas gaseosas en una nevera, comenta que la plata ya no alcanza. “Uno como comerciante ve la situación económica terrible porque en la calle ya no hay ventas como antes de pandemia, lo que uno vende no alcanza para sostenerse, porque ahora el mercado y los servicios han subido de precios”.

Luz Eddy se sienta para continuar esta conversación, se acomoda la blusa y remata: “La economía está golpeando fuertemente el bolsillo de la gente”. Lo dice porque sus ventas han bajado hasta en un 50% en comparación con el año pasado.

Al lado de su silla está su desayuno: una empanada y una malta. Se levanta para mostrarle a un señor varios tapabocas de tela que están colgados en una esquina de la caseta. Él pide uno negro, ella le muestra otros colores, no le gustan y se va.

Ahora Luz Eddy se ubica al frente de su negocio y afirma: “Las ventas siguen dura, la gente no está comprando, salen las personas, pero no compran. Preguntan y no llevan nada. Salen a la calle solo por preguntar o pasar el rato”.

Para ella, el inicio de año ha sido duro, “no hemos podido arrancar con pie derecho, está pesado”. Esto lo asegura porque para fin de año mejoró la situación, pero ahora “estamos pasando por una crisis”.

-“En esta caseta qué vende”.

-Como si fuera una botica, “de todo un poquito”, dice riéndose Luz Eddy.

Hay gaseosas, juegos, galletas, confiterías, juguetes, libros para colorear, revistas, periódicos y tapabocas. Este último es el producto estrella de la temporada.

Lo es porque tras la pandemia, Luz Eddy y su esposo se dieron cuenta que podían vender tapabocas en la calle. “Después que salimos de cuarentena por allá en septiembre del 2020 empezamos a percatarnos que ese era el negocio que estaba moviendo la economía, por eso surtimos la caseta con cajas y diferentes referencias”.

El negocio en el centro es el siguiente: los vendedores y comerciantes informales surten sus locales con cajas o bolsas de tapabocas, la compra se hace por bultos y quienes surten son mayoristas, los llaman los ‘paisas’.

“Un caja en promedio cuesta $10 mil, eso depende de la marca y la calidad, o si es de adulto o de niños. Hay otras a $12 mil o $15 mil”, calcula Luz Eddy, mientras muestra unos tapabocas dentro de las cajas.

El golpe a las ventas sucedió hace un mes, cuando el presidente Duque y el ministro de Salud anunciaron que en las ciudades y municipios donde hay al menos el 70% de población vacunada se podía retirar el uso de tapabocas en espacios abiertos al aire libre. Esto golpeó la venta callejera.

“Fueron dos semanas duras, no se vendía nada. Las ventas se redujeron en un 80%. Ni una caja se vendía, solo unos cuantos tapabocas. Luego se reactivó de nuevo porque la gente dice que se sigue cuidando y para entrar a lugares cerrados toca tener tapabocas”, asevera la vendedora informal.

Para ir culminando la conversación, Luz Eddy habla del ahorro. Para su familia, en este momento no hay posibilidad de ahorrar ni un peso. ¿Por qué? Afirma: “Lo que uno hace en las ventas escasamente es para los gastos del hogar y en algunas ocasiones se ve uno corto para cubrir todas las obligaciones. Ya no se puede ahorrar”.

Y su pronóstico está lleno de incertidumbre. Se toca el bolsillo para decir que la situación económica a futuro es incierta, pero “cómo vamos ahora será más terrible”.

Incluye el tema político, mientras ordena unas cajas. “Si no sube un buen presidente, alguien que proponga un cambio económico para mejorar esto, la situación será peor porque no se ve futuro para nuestro hijos, ellos que quieren estudiar”.

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Publicado por Miguel Orlando Alguero

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