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Lunes 09 de septiembre de 2019 - 12:00 PM

Atrapado en Afganistán

El presidente Donald Trump había apostado por el diálogo para concertar la retirada de las tropas estadounidenses, y terminar su guerra más larga. Pero la negociación quedó en el aire tras la violencia del talibán.

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Internet / VANGUARDIA
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En un punto muerto han caído las negociaciones que mantenían, desde hace un año, la Administración Trump y los talibán para poner punto final a la guerra más larga de Estados Unidos en el extranjero.

Más allá de que el detonante fuese un atentado con carro bomba en Kabul el pasado jueves, reivindicado por el grupo talibán, en el que perdió la vida un soldado estadounidense, un militar rumano de la coalición internacional y 10 civiles, los expertos señalan que ambas partes buscan negociar desde una posición de poder.

Mientras los talibán quieren mostrar su fuerza en el campo de batalla para asegurar ganancias en la mesa de negociaciones, el presidente estadounidense Donald Trump intenta forzar a los líderes del grupo radical a un alto el fuego y abandonar Afganistán de manera honrosa después de 18 largos años.

Para Mauricio Meschoulam, doctor e internacionalista con especialidad en terrorismo, mediación y paz, lo primero que es importante entender es que todo se basa en cómo Trump concibe el papel de Estados Unidos en el exterior.

En ese orden de ideas, describe que desde su punto de vista todo se resume en su política exterior de “America firts” (América primero), es decir, el país “no tiene que estar peleando luchas ajenas o conflictos lejanos, que cuestan mucho dinero, y que cuestan muchas vidas humanas”.

Las cifras no mienten: Estados Unidos ha perdido más de 2.400 soldados y ha gastado más de 900 mil millones de dólares (desde operaciones militares hasta construcción de vías, puentes y plantas de energía) en la guerra en el país asiático.

Sin embargo, el profesor de la Universidad Iberoamericana en México advierte que la retirada militar estadounidense no es tan fácil, puesto que no solo es una guerra contra los talibán, también contra Al Qaeda y el Estado Islámico (EI), aunque agrega que desde la perspectiva de Trump “cualquier asunto es negociable”.

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En ese sentido, Andrés Castro, decano e investigador de la Universidad Piloto de Colombia, apunta que el gobierno de Trump ha manejado una posición negociadora, tanto por su habilidad como empresario, como por su habilidad como político.

Según él, hay que tener presente que siempre ha sido su táctica en el pasado, con el fin de alejarse de la negociación, a fin de obtener posteriormente una mejor posición.

“La posición de Estados Unidos es de poder, donde quiere manejar la negociación para presionar la situación”, indica Castro.

Lo que observa Benjamín Herrera, profesor del Departamento de Relaciones Internacionales de la Universidad Javeriana, es que las negociaciones con los talibán empezaron antes de su gobierno y las decisiones de Trump no van a parar la realidad que es la necesidad que EE.UU. tiene de retirarse de una guerra, la más larga en su historia.

“No es si quiere, es que la situación se vuelve insostenible, los talibán controlan prácticamente el país, pueden decidir quedarse pero se arriesgan a otro Vietnam”, advierte el docente universitario.

La decisión de Trump, señala por su parte José Ángel Hernández, doctor en Historia Contemporánea y director de la Maestría de Historia Contemporánea de la Universidad Sergio Arboleda, demuestra lo errático que es en este tipo de asunto pero también “la estupidez” de los talibán.

De estos últimos, dice que han sido constantes en el mantenimiento de la violencia en Afganistán, incluso desde que negocian directamente con los norteamericanos, cuando comenzaron los diálogos en Doha (Qatar).

Ahora bien, considera que la cancelación de la reunión en Camp David, residencia presidencial de EE.UU., termina por darle la razón al Gobierno afgano con el que no se ha contado para estas conversaciones entre Trump y los talibán.

Hay que recordar que los talibán no reconocen el gobierno del presidente Ashraf Ghani, al que consideran “títere” de Washington, destaca Hernández.

Y a su vez, el Gobierno afgano ve con recelo estos diálogos porque los talibán no han cesado sus acciones violentas, añade. Solo en el primer semestre de 2019 al menos 3.812 civiles han muerto en el país asiático por la guerra.

Gobierno afgano,

un actor aislado

En esa línea, Meschoulam enfatiza que dentro de toda esta negociación el actor que queda aislado es sin duda, el Gobierno afgano, “que finalmente es ese actor reconocido internacionalmente y está formalmente luchando la guerra de ese país, apoyado por una coalición internacional”.

“En el fondo lo que sucede es que tienes a una superpotencia negociando con un actor no estatal acerca de un conflicto violento donde el actor sí reconocido por la comunidad internacional, que representa a un Estado-nación, no está lo suficiente incluido en este proceso de negociación, que parece más bien dictado por las metas políticas y electorales de Trump”, opina el experto.

Otro elemento a destacar, a juicio del internacionalista mexicano, es entender que en el grupo talibán hay distintas facciones, algunas de ellas que no están de acuerdo ni tienen la voluntad ni la capacidad de hacer lo que EE.UU. les ordene.

Por último, Hernández estima que a pesar de las “bravuconadas” de Trump y de los talibán, ambas partes van a sentarse a negociar, y EE.UU. se irá retirando de manera gradual y de manera “honrosa” de Afganistán, que es lo que más le interesa al presidente norteamericano, “sobre todo la sensación de que tiene que dar fuerza”.

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