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Sergio Rangel
Sábado 15 de febrero de 2020 - 12:00 PM

Del buen salvaje...

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Un día que ya era de noche, en Maracaibo, ciudad iluminada que ya no recuerdo, al pasar por una especie de feria de libros que se acumulaban sobre catres de lona, vi un libro de pasta sucia y maltratada, que dejaba ver la cara de alguien que me pareció familiar por el apellido impreso al final: Rangel. El nombre lo desapareció el maltrato y tiempo. “...Quien escribe libros, escribe para la eternidad, quien escribe en los diarios escribe para el olvido”. El librero me cobró cara la curiosidad, tuve que echarle mano a un billete. Un retrato estampado se parecía a mi abuelo, Pedro María Rangel Rueda, bigote retorcido y rubio, o a mi hermano Guillermo, hombre bueno, que vivió para que lo amaran sus hijos.

Con el libro en la mano entré a un bar, pedí un aguardiente y se lo derramé en la tapa para desinfectarlo. El autor era un desconocido para mí, Carlos Rangel. no me pareció en esa época un libro para tenerse en cuenta. El socialismo en el mundo estaba mostrando una nueva cara. Hablo del socialismo de los países nórdicos, Holanda, Suecia, Dinamarca. Advertía, que las ideas socialistas traerían miseria, deudas y atraso. América Hispana progresaría, lo decía Carlos Rangel, el día que dejáramos de enseñar en las escuelas, que nuestro “buen salvaje” era el modelo de una sociedad que la Hispanidad había corrompido. “... Indios que jamás habían visto una puerta.” “...Desde tigres pintados por quienes nunca vieron un tigre”. Sin extremismos en esta América Hispana, hubiésemos llegado muy lejos. El Estado omnipotente dueño del subsuelo y de la libertad no genera sino pobreza y una gusanera inmensa de funcionarios corruptos, que guardan riqueza en sus guaridas y no hay cómo vigilarlos. La gente se va de los países socialistas no sólo por la pobreza sino por la falta de libertad. Y, ojo, lo peor para el alma es el resentimiento (Nietzsche). El mito sobre nuestro “buen salvaje” lo escribieron la mayoría de intelectuales que jamás vinieron a América, como Rousseau. De manera metafórica, lo dijo Borges, de esas dictaduras disfrazadas de democracia “son un caos provistas de urnas electorales”. Este libro de Carlos Rangel, en el momento trágico de Venezuela y ahora que nuestros “mamertos” quieren copiar el fracaso socialista, sí que vale la pena releerlo.

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