El presidente Gustavo Petro, quizás forzado en parte por los últimos resultados de la economía que ha mostrado índices preocupantes, parece, por fin, entender que de las posiciones dogmáticas, unilaterales, unidimensionales, solo queda el aislamiento y es lo que ha comenzado a experimentar su gobierno.
Bucaramanga
Estudiantes de Lebrija le apuestan a la transformación de la piña
- Estos doce jóvenes del colegio Integrado Nuestra Señora de las Mercedes, en Lebrija, conforman el ‘Grupo de Investigación Ambiental de Colmercedes, Giac’. (Foto: Claudia Isabel Delgado / VANGUARDIA)
A través del ‘Grupo de Investigación Ambiental de Colmercedes, Giac’, estudiantes de noveno, décimo y once grado del colegio Integrado Nuestra Señora de las Mercedes, en el municipio de Lebrija, trabajan con los desechos de la cosecha de la piña para evitar que se siga propagando la contaminación generada por la quema de sus hojas.
Annie Julieth Delgado es docente de ciencias naturales, física y matemáticas en la institución. Desde hace cinco años es la encargada de liderar el semillero, que tuvo su origen en el 2013.
“El objetivo del semillero es iniciar a los estudiantes en los procesos de investigación e incentivarlos a que usen la ciencia en la solución de los problemas de la comunidad que tienen cerca”, explicó la docente.
En ese sentido, los 12 estudiantes que en la actualidad integran el semillero de investigación, detectaron que una vez se termina la cosecha de la piña, las hojas de la planta que quedan en el suelo son quemadas por los campesinos, una acción que es mucho más eficiente que cortar planta por planta.
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Sin embargo, de acuerdo con los estudiantes, tal práctica genera contaminación del medio ambiente y provoca daños en el suelo.
“Estamos en el proceso de investigar qué utilidad le podemos dar a las hojas de la planta, a la corona, a las cáscaras y a la pulpa de la fruta. En ese proceso nos encontramos con que tradicionalmente en Lebrija se producían muchos alimentos que fueron dejados de lado y estamos trabajando en la recuperación de esa información”, señaló la profesora.

Un trabajo en pro del medio ambiente
Tras un trabajo de investigación y de ensayo y error, los estudiantes que integran el proyecto se dieron cuenta que de las hojas de la planta y de las cáscaras de la fruta se podía sacar fibra, que luego convierten en papel y también en hilo para elaborar tejidos.
De las hojas secas están elaborando un sustrato para la recuperación del suelo una vez lo queman o para la producción de hongos comestibles.
La pulpa de la fruta que los campesinos no utilizan la están transformando en masato, postres, arepas, cocadas de piña, entre otros productos.
“Durante el tiempo que lleva funcionando el semillero siempre se ha trabajado con la piña. Por ejemplo, el uso de las cáscaras para la producción de bioetanol, un combustible ecológico, la producción de sustrato a partir de las hojas, la obtención de piña deshidratada utilizando energía solar y desde el año pasado estamos trabajando en el proyecto de la utilización de los residuos”, indicó Annie Julieth.
La obtención de bioplástico para elaborar platos que reemplacen los de icopor es una nueva alternativa que está en estudio.
“El bioplástico también lo hacemos con las hojas, que son las que se botan, se queman o no utilizan. Para obtenerlo debemos cortar las hojas, ponerlas a hervir y en ese proceso agregar diversos componentes químicos, lo ponemos en un molde y con una prensa le damos la forma”, relató Sebastián Arcón, estudiante de noveno grado, quien integra el semillero desde hace siete meses.
Además, ‘Giac’ está adscrito al programa Ondas, estrategia de Colciencias para el fomento de una cultura ciudadana y democrática en Ciencia, Tecnología e Innovación en niños y jóvenes a través de la investigación como estrategia pedagógica.
“Con el programa Ondas estamos en la socialización del proyecto a la comunidad. Queremos que la gente lo conozca. Nuestra idea es que Lebrija, capital piñera de Colombia, vea que todo ese material que está contaminando se puede transformar. Queremos demostrarle a las personas que están en el campo que esto puede ser una forma de obtener más recursos”, expresó la maestra.
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“Las personas que han tenido la oportunidad de conocer el proyecto se sienten atraídas por la iniciativa, porque es una forma de ayudar al planeta.
Estuvimos en una feria y hubo varias personas que se acercaron a decirnos que les enseñáramos para que pudieran aprender y aportar al proyecto. Fue significativo porque muchos de los adultos hacen las cosas por hacerlas y no caen en cuenta del daño que están causando”, agregó Sebastián.
Brayan Ortiz, es el integrante más antiguo del semillero, hoy cursa grado once y asegura no arrepentirse de haber dedicado más de tres años a trabajar por el medio ambiente.
“El proyecto me ha gustado mucho porque le estamos dando un mejor uso a las cosas que estamos desechando. Queremos darle cultura a nuestro municipio y ayudar al entorno en el que vivimos”, afirmó.
Pese a la trayectoria del semillero, aún son muchas las necesidades que tienen para continuar con el trabajo, porque a pesar de que los productos realizados se venden en las ferias o a personas conocidas, la finalidad del semillero no es lucrarse.
“En el momento requerimos una máquina que nos permita sacarle los hilos a la hoja porque hacerlo a mano es complicado. Aparte necesitamos una prensa y una desfibradora”, contó la profesora.
A pesar de ello, quizás en este momento lo más importante para los estudiantes es conseguir los recursos para poder viajar en octubre y noviembre próximos a Argentina y México, países a los cuales fueron invitados a presentar su proyecto.
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Periodista egresada de la Universidad Pontificia Bolivariana. Llega a Vanguardia en el 2018 al equipo de Área Metro en la versión impresa y desde 2020 integra el equipo web. Sus temas fuertes son salud y educación.
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