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Bucaramanga
Lunes 27 de mayo de 2019 - 12:00 PM

Pasó de ser un habitante de calle a estudiar en una universidad de Bucaramanga

Desde los 12 años Juan Manuel entró al mundo de las drogas que lo arrastró hasta convertirse en un habitante de calle. Logró rehabilitarse y hoy, con 39, ingresó a la universidad.

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Son cientos o quizá miles las historias que a diario se nos cruzan por el frente y las dejamos pasar en medio de ese afán cotidiano, en ese vaivén que genera la rutina.

Algunas de estas historias están tendidas en los andenes, en las esquinas, a pleno sol o lluvia, ‘consumiéndose’ entre licor, pegante, bazuco o marihuana... Son ‘in...visibles’ porque están ahí, pero no las vemos.

Muchos de los protagonistas deambulan en busca de lo que el cuerpo más les pide: droga. Duermen de día y permanecen expectantes de noche cuando el peligro más acecha... solo algunos logran salir de ese ‘infierno’ llamado calle, donde la soledad es la ‘amiga imaginaria’ de quienes la habitan.

La vida de Juan Manuel es uno de esos relatos que merecen ser contados. Pasó de vivir “llevado” en las calles del centro de Bucaramanga, a sentarse en el aula de una universidad donde cursa primer semestre de electromecánica. El camino no ha sido fácil, pero tampoco imposible.

Después de 20 años en esa vida, cambió la ‘pipa’ por un lapicero y ahora sus únicos ‘vicios’ son su trabajo, su estudio, su familia y el fútbol, otra de sus pasiones.

Es un hombre nuevo, bien vestido, camina sin miedo a pesar de que en la calle ganó muchos enemigos y tomó malas decisiones. Fue testigo de esas historias escondidas, vio parir a mujeres en andenes, presenció y participó en riñas a muerte. La droga lo consumió desde los 12 años.

“Los peligros son muchísimos porque usted está en la calle día y noche. Las drogas son un problema que hasta cobra la vida de una persona, los jóvenes están expuestos en todo momento a robos, a la muerte, al sufrimiento de la soledad, al frío. Es querer comerse algo y no poder porque todo el dinero es para consumir, es una vida muy difícil. Por desgracia en ese momento uno no lo considera así porque no tiene conciencia de lo que vive, pero son situaciones muy dolorosas”.

Dejó atrás ese pasado

Desde enero asiste a las Unidades Tecnológicas de Santander, “me ha ido bien”, dice orgulloso. Hace algunos años ni siquiera se le pasaba por la mente ingresar a una universidad.

“Esperé un tiempo mientras daban las vacantes para las becas; el programa (de habitante de calle de Desarrollo Social de la Alcaldía de Bucaramanga) siempre nos tiene en contacto para cursos.

“Un día me llamaron para decirme que había una oportunidad de estudiar; les había dicho que mi sueño era hacer una carrera profesional”. No la desaprovechó, aceptó el reto de las clases, los parciales, las tareas y el esfuerzo.

“Aquí estoy, llevo un semestre estudiando, ha sido una experiencia nueva y muy linda para mí. La vida a uno le cambia totalmente, es empezar de cero, voy poco a poco, no hago muchos planes pero voy seguro de lo que empecé, las cosas se van dando, por el momento enfocado en el estudio, en el trabajo, con las ganas de hacer las cosas bien y salir adelante”.

A las seis de la tarde es su cita con el saber. Luego de trajinar en su trabajo como mensajero, llega a clases. Un morral negro en su espalda le da esa apariencia estudiantil y juvenil, a pesar de que casi ‘toca’ los 40... Pero nunca es tarde para estudiar y menos cuando la calle le robó gran parte de su juventud.

Es jueves, acelera el paso, tres horas de dibujo técnico lo esperan. Mientras camina por los amplios pasillos de la ‘U’ cuenta que le va bien en cálculo, en dibujo. En química no tanto. Espera con ansias tomar clases de circuitos, pero tiene claro que el primer semestre es para reforzar bases. “Retomar los estudios después de tantos años no es fácil, pero todo es cuestión de cogerle el hilo de nuevo”, dice optimista.

Juan Manuel es tímido, habla poco y pausado, pero su historia de vida lo ilusiona tanto que se ‘suelta’ para contar sus sueños. Sonríe al decir que su hijo, de 16 años, casi le gana en su ingreso a la universidad. “Él está en undécimo y quiere estudiar negocios internacionales, es un pilo para el inglés”.

Ahora sus compañeros de estudio son casi de la edad de su hijo. Ni ellos ni los profesores saben de su difícil pasado. Es el mayor de la clase y lo miran con respeto por ese esfuerzo para superarse.

“Estoy estudiando una carrera profesional, tengo claro que sí se puede salir adelante gracias a Dios, a los sueños y los deseos de querer lograr las cosas sin importar la problemática que se tenga”.

Sus antiguos compañeros de calle lo admiran, lo ven como un ejemplo a seguir. Tanto ha sido el cambio de Juan Manuel, que muchos ni lo reconocen.

“Muy seguido me encuentro a mis amigos, para ellos es un logro que yo haya salido adelante, soy ese ejemplo de que no es imposible superarse después de haber caído en algo tan tremendo como las drogas y la calle. Ven en mí esa esperanza de que se puede triunfar en la vida”.

Hoy tiene 39 años, pero su ‘viacrucis’ con las drogas que lo arrastraron hasta la indigencia, empezó cuando era apenas un niño.

“La mayoría empieza a consumir por las amistades, llega un momento en el que a uno ya se le sale de las manos la situación y termina sumergido en una problemática tan difícil como es la droga. Son muchos los testimonios de las personas que han logrado rehabilitarse después de durar tantos años en la calle o en la cárcel”, expresa con esa lucidez de la que goza desde hace más de 5 años cuando tomó la decisión de iniciar una batalla contra sí mismo para salir de esa vida que se lo ‘fumaba’ lentamente.

Su familia, su motivación

Siempre tuvo claro que su adicción no solo lo afectaba a él sino a todas esas personas que a su alrededor miraban cómo acababa con su vida.

“El dolor no es solo para uno sino también para la familia que sufre. Por eso mi motivación siempre fue mi familia, las ganas de salir adelante, las ganas de cambiar de vida. Están felices de tenerme de nuevo en casa, creo que no hay palabras para describir esto.

“A todos los jóvenes les digo que lo intenten, que no dejen de intentarlo, que crean en Dios, que las cosas se pueden hacer si encontramos el camino correcto para nuestra vida”.

A Juan Manuel le faltan varios años para alcanzar la meta de ser un profesional, pero sabe que lo puede lograr porque su mayores retos se los ha puesto ‘la universidad de la vida’... y de esos ha salido victorioso.

Cifra de habitantes de calle, en aumento

Las cifras oficiales indican que en 2016 había un registro de 1.246 habitantes de calle, para 2017 se censaron 1.326 personas en esta condición, y en 2018, con cifras hasta mayo, el programa de habitantes de calle de la Secretaría de Desarrollo Social de la Alcaldía de Bucaramanga había identificado 1.546 personas; sin contar los menores de edad, quienes no son atendidos por esta entidad.

Son muchos los sectores de Bucaramanga donde usted se cruza con un habitante de calle: debajo de los puentes, como el de Conucos, el deprimido de la carrera 27, Cajasan y La Flora. En otras zonas como Comuneros, Quebradaseca, La Novena, el Parque San Pío, y en el centro de la ciudad, también se concentra gran parte de esta población.

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Publicado por Yuriana Calderón Alsina

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