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Bucaramanga
Jueves 29 de noviembre de 2018 - 12:00 PM

Seis bachilleres sordos reciben su grado de un colegio oficial en Bucaramanga

En el 2010 inició el proceso de educación inclusiva en las aulas de los colegios oficiales de Bucaramanga. Este jueves se gradúa la primera promoción de jóvenes con discapacidad, quienes acudieron a salones regulares en la Escuela Normal Superior de Bucaramanga.

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Seis bachilleres sordos reciben su grado de un colegio oficial en Bucaramanga (Foto: Suministrada / VANGUARDIA LIBERAL)
Seis bachilleres sordos reciben su grado de un colegio oficial en Bucaramanga (Foto: Suministrada / VANGUARDIA LIBERAL)

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Seis bachilleres sordos reciben su grado de un colegio oficial en Bucaramanga (Foto: Suministrada / VANGUARDIA LIBERAL)

Piense por un instante que ingresa a un salón de clase donde nadie comprende lo que quiere decir. Qué haría si quiere expresar sus ideas, pero los docentes no dominan su lenguaje. Para empeorar el escenario, usted intenta socializar con sus compañeros, pero tampoco le entienden. ¿Qué haría?

Este fue el reto que asumieron Camila y Jessica, dos jóvenes sordas, cuando iniciaron clases como estudiantes regulares en la Escuela Normal Superior de Bucaramanga. No obstante, gracias al proceso de inclusión educativa, y al acompañamiento de intérpretes, lograron superar los obstáculos y graduarse como las mejores de la clase.

Ellas integran el grupo de seis jóvenes con limitaciones auditivas, que este jueves recibirán con honores el cartón de bachilleres.

Tras años de esfuerzos, los estudiantes culminan sus estudios asistiendo a clases con alumnos oyentes.

Aunque del proceso de inclusión educativa ya se han graduado estudiantes con diferentes discapacidades de otras instituciones de la ciudad, esta es la primera promoción completa de estudiantes sordos que se gradúa en un colegio oficial de Bucaramanga.

Para la secretaria de Educación de Bucaramanga, Ana Leonor Rueda, este es un logro importante. “Es un privilegio para nosotros graduar a esta promoción. Actualmente en la Normal Superior y en la Camacho Carreño tenemos población sorda con estudiantes oyentes”.

Un largo proceso

Este grupo de jóvenes se conoce desde hace diez años. Pasaron en 2010 de un colegio especializado de Bucaramanga al proceso de educación inclusiva en la Normal Superior.

“Al principio fue difícil. Con el cambio de institución, de grado quinto quedé en tercero. Tuvimos dos años de nivelación para quedar incluidos en el mismo salón con los oyentes. En este proceso perdimos tres años”, comenta Camila Sánchez, quien ahora tiene 21 años.

Cuando llegaron a las aulas regulares, el primer obstáculo fue la comunicación.

Aunque los jóvenes contaban con intérpretes que traducían a lenguaje de señas la clase del docente, era difícil interactuar con los profesores o con sus compañeros.

“A veces, no podíamos ni pedir permiso para ir al baño. Cuando hacíamos la seña correspondiente, los profesores pensaban que estábamos interrumpiendo al intérprete y nos mandaba callar. Si simplemente, los docentes conocieran un poco lenguaje de señas, eso no hubiese pasado”, recordó Jessica.

De hecho, Miriam Santos, docente de la Normal que las acompañó en la educación básica, manifestó que no todos los profesores estaban preparados para trabajar con diferentes discapacidades.

“Los maestros que no habían trabajado con estudiantes con discapacidad, tuvieron que hacer adecuaciones. El currículum es el mismo para toda la escuela, pero había que hacer ajustes en el mismo, para avanzar con los jóvenes”, explicó la docente.

Con el tiempo, sus compañeros aprendieron lenguaje de señas y eran intermediarios con los docentes. “Siempre sentimos apoyo de nuestros compañeros. Nos explicaban o comentaban las inquietudes a los profesores. Esto pasaba con los docentes nuevos, luego la situación mejoraba”, indicó la estudiante.

Un proceso que continúa

A pesar de que han pasado ocho años desde el inicio del proceso de inclusión, las estudiantes sienten que todavía hay mucho camino por recorrer. Por ahora, algunos de los jóvenes de esta promoción, continuarán su formación. Jessica quiere estudiar diseño industrial y ser docente. Camila, quiere ser trabajadora social. “Tenemos todas las posibilidades de enfrentarnos a la sociedad. Estamos ansiosas por seguir formándonos y demostrándole a la comunidad sorda, que se puede”, manifestó Camila.

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Publicado por KATHERINE ESPINOSA

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