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Afganistán se desmorona ante el imparable avance de los talibanes
- Fotoilustración/ VANGUARDIA
Los talibanes, derrocados en 2001 tras la invasión de una coalición internacional liderada por Estados Unidos, mantienen en vilo a Afganistán, un país agotado y que se desmorona tras más de 20 años de guerra.
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Decenas de ciudades capitales, incluida Kandahar y Herat, la segunda y tercera más importantes del país asiático, respectivamente, han ido cayendo como fichas de dominó en la ofensiva militar del movimiento islamista radical sunita, prácticamente sin encontrar resistencia. Y es evidente, la incapacidad de las fuerzas de seguridad afganas de detener avance de los insurgentes.
Los talibanes, “estudiantes” del Islam en lengua pastún, derrotados tras los atentados del 11 de septiembre de 2001 acusados de dar refugio a Osama bin Laden, poco a poco han ido recobrando fuerzas y conquistando territorios en Afganistán.
Estas milicias fundamentalistas han sabido cultivar el arte de prevalecer en estos 20 años, hasta llegar a sumar 85.000 combatientes a tiempo completo, según estimaciones recientes de la Otan.

Este momento crítico que vive Afganistán demuestra que hay un fracaso tanto del Gobierno afgano como de EE.UU. y sus aliados, considera Cristian Rojas, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de La Sabana.
En su opinión, en 20 años no ocurrieron dos cosas para que no pasara lo que se ve hoy en ese país, foco de tensiones geopolíticas durante siglos.
En primer lugar se refiere a un fortalecimiento institucional lo suficientemente contundente como para que el Talibán no tuviera la posibilidad de hacer gobierno ni avanzar territorialmente. Que a su vez se traduce en un fortalecimiento de las Fuerzas Armadas del país, “porque Afganistán no podía depender para siempre de los aliados”.
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Para Rojas, tampoco se logró un cambio que en la sociedad afgana le impidiera a los radicales talibanes tener redes de apoyo, seguir reclutando jóvenes, y teniendo influencia social. “Es decir, el terreno abonado para este grupo radical que tanto daño le ha hecho al país y al mundo”, agrega.
La situación, a juicio de José Ángel Hernández, doctor en Historia Contemporánea y director de la Maestría de Historia Contemporánea de la Universidad Sergio Arboleda, estaba cantada ya con el fin de la retirada de las tropas estadounidenses, en julio pasado, seguida de todos los países que las apoyaron en la coalición durante dos décadas en Afganistán.
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Hay que recordar que la guerra en Afganistán no solo tuvo un alto costo de vidas, sino de recursos para EE.UU., 2,3 billones de dólares. Ha sido la más prolongada y fallida de su historia. Rojas apunta en ese sentido que el gobierno de Joe Biden está actuando de manera irresponsable, y está obligado a apoyar militarmente la respuesta militar contra los talibanes.
Además asegura que un poder compartido con los talibanes, como lo ha propuesto el actual Gobierno afgano, es algo que pone en aprietos a EE.UU.

“Es un riesgo para el mundo, porque no se sabe si un Afganistán bajo el poder de los talibanes, sea un terreno fértil para los grupos terroristas radicales, tipo Al Qaeda para que crezcan estas redes de terrorismo trasnacional”, alerta Rojas.
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Hernández, por su parte, estima que los talibanes adoptaran una especie de pragmatismo que le permitirá reconocimiento por parte de la comunidad internacional “como los gobernantes legales de Afganistán”.
personas han muerto desde abril pasado en medio de la violencia en el país asiático.
Sin embargo, advierte que no se puede subestimar a la insurgencia antitalibán, que es muy importante: “Se armará en el país, la guerra civil continuará y seguirá siendo un lugar inestable, en guerra continua desde épocas remotas”.
Tampoco cree que los occidentales vayan a intervenir en Afganistán, y según él, ese vacío lo llenarán países árabes sunitas, como Emiratos Árabes Unidos, Catar o Arabia Saudita, que han apoyado financieramente a los talibanes.

Óscar Palma, docente de la Facultad de Ciencia Política, Gobierno y Relaciones Internacionales de la Universidad del Rosario, explica que parte de la sorpresa del rápido avance de los talibanes radica en que existe un proceso de paz en marcha.
Es decir, hay una negociación entre el gobierno central y los talibanes, que venía avanzando. Incluso recuerda, que al principio el gobierno central tomó del pelo, “y de hecho el mundo presiona en este momento, para que antes de continuar su ofensiva militar, los talibanes busquen una salida acordada a la paz”. Lo que pasa en Afganistán, añade, es consecuencia directa de la salida militar de EE.UU., lo que le ha valido muchas críticas al gobierno de Joe Biden por acelerar la partida del inestable país.
En definitiva, Palma sostiene que la preocupación es muy grande para la sociedad afgana, de ver de nuevo esa forma de vida previa al 2001.
“Una sociedad supremamente controlada con una versión del Islam muy radical, con las restricciones a las libertades y a las mujeres; no en vano hay un significativo desplazamiento interno”, remarca.
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Periodista de Vanguardia desde 1996. Egresada de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Editora de la sección de Tendencias y Vanguardia Kids. Editora nocturna.
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