Actuar con mesura no significa, necesariamente, que el ritmo sea lento o que el tiempo empiece a malgastarse, por el contrario, es avanzar a paso seguro pero corrigiendo los errores que hasta hoy se han cometido.
En pocos siglos los ritmos devida humana han cambiado. La industrialización y urbanización de la vida han desconectado a los humanos de sus ritmos naturales. Nuestros ritmos biológicos han variado y se han alejado de los ritmos propios de la naturaleza. Fuera de los trastornos que pueden implicar, estos cambios han modificado también las nociones temporales, sociales y sicológicas de ocioy aburrimiento.
En la vida occidental, el ocio es tradicionalmente considerado como la madre de todos los vicios, como un peligroso vacío de agenda del que se deben alejar los humanos y sobre todo, la juventud. Sin embargo, estudios y consideraciones recientes tratan de revertir esta apología del activismo y del rendimiento que niega el derecho al tiempo libre. En Colombia todavía rige la semana laboral de 48 horas – o más-, con dos semanas de vacaciones al año para empleados. Los “independientes” o rebuscadores trabajan sin cesar y no saben qué es tener tiempo libre.
En otras latitudes se está imponiendo la noción del ocio saludable y factor de calidad de vida; del tiempo libre como necesidad y de jornadas laborales cortas pero eficientes. Parece que después de cierta cantidad de horas de trabajo, no se es productivo; mejor irse para la casa o la playa a descansar, hacer cosas no obligatorias o compartir con familiares o amistades. El ocio como “tiempo libre o descanso de las ocupaciones habituales” es sano y necesario, permite pensar, descansar, desarrollar la creatividad y aptitudes artísticas. Este goce del tiempo libre es propio de los humanos. Máquinas y robots no lo necesitan, solo requieren mantenimiento.
Los adultos temen mucho el aburrimiento y los padres de familia que pueden hacerlo llenan a sus hijos/as de “actividades extra escolares”, los docentes dejan tareas. Todo para mantener a distancia este ocio que permite la divagación creativa, dar rienda suelta a la imaginación y la relajación. El aburrimiento es una noción de adulto deformado por duras exigencias de rendimiento. Cuando las poblaciones vivían al ritmo de la Naturaleza, no lo conocían.