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Luis Fernando Rueda
Domingo 10 de enero de 2021 - 12:00 PM

Una revocatoria para qué

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Ahora que gobernadores y alcaldes han cumplido un año luego de haber tomado posesión de sus cargos se activaron, apenas despuntó el Año Nuevo, intenciones de revocatoria del mandato de gobernantes que, como Claudia López, en la capital de la república; Daniel Quintero, en Medellín; William Dau, en Cartagena y Jairo Yañez, en Cúcuta, por mencionar casos visibles, deberán enfrentar estos procesos por razones que van, entre otras, desde el incumplimiento en la ejecución de sus planes de gobierno, la supuesta mala gestión en la atención de la pandemia hasta duros enfrentamientos con sectores políticos opositores.

Si bien este mecanismo consagrado en la Constitución Nacional (artículos 103 a 106) posibilita a los ciudadanos dar por terminado el mandato conferido a sus gobernantes, la historia desde su reglamentación (1994) demuestra que estos esfuerzos han sido estériles. Solo un proceso, el de la revocatoria del alcalde de Tasco, en Boyacá, en el año 2018, superó el umbral necesario (el 40% de la totalidad de votos válidos registrados el día de la elección del mandatario a revocar) luego de cumplir con todos los actos administrativos que demandan, ante la autoridad electoral, llevar a cabo una empresa de esta envergadura.

Ello implica al menos un promotor, inscribir la solicitud en la Registraduría, recoger las firmas necesarias (el 30% de los votos válidos obtenidos por el mandatario a revocar), someterlas a verificación, convocar la revocatoria y, si logra el umbral, organizar nuevas elecciones para escoger al remplazo del revocado. En Colombia se han realizado desde 1996, según El Nuevo Siglo, 136 jornadas electorales para revocar el mandato de gobernantes locales y/o departamentales y una sola logró su cometido, lo que significa que este tipo de iniciativas terminan siendo aventuras costosísimas para un país que tiene tantas necesidades por resolver.

Hace un par de meses se escucharon rumores de emprender una iniciativa para revocar el mandato del acalde Juan Carlos Cárdenas. Cantos de sirena como ese pueden resultar peligrosos, no solo por el tiempo, esfuerzo y dinero, sino porque por esa puerta pueden regresar viejas prácticas o populismos demagógicos. O ambos al mismo tiempo.

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