miércoles 20 de abril de 2022 - 12:00 AM

Desigualdad en Bucaramanga: se esfumó el milagro

Hasta el año 2016, Bucaramanga era la ciudad de Colombia que más había reducido la desigualdad de ingresos medido con el Índice de Gini. Ese año la ciudad bonita tuvo un Gini de 0,399 que es comparable al Gini actual de Uruguay.

El desempeño de Bucaramanga fue muy sorprendente, ya que Uruguay es el país menos desigual de América Latina. Pero Uruguay ha hecho mucho para estar en ese lugar, implementando desde hace décadas un generoso sistema de protección social que combina la tributación con la política social. Según ese panorama, el gran interrogante es qué había hecho Bucaramanga para estar al mismo nivel.

Esta pregunta resulta mucho más relevante cuando evaluamos lo que pasó en la ciudad en los últimos años. A partir de 2017 la desigualdad empezó a subir. En 2019, un año antes del Covid, la desigualdad de ingresos medida por Gini ya había aumentado 7%. Cuando inició entonces el crudo año pandémico de 2020, Bucaramanga ya venía con una tendencia al alza en desigualdad. Esto no favoreció a la ciudad bonita, puesto que entre 2019 y 2020 el Gini aumentó dramáticamente y alcanzó valores superiores a los de hacía 20 años. Bucaramanga tuvo así el mayor incremento en desigualdad de las ciudades medidas por el Dane.

¿Por qué Bucaramanga pasó de ser el gran ejemplo de éxito en la reducción de desigualdad a tener un retroceso alarmante? En la investigación sobre Ciudades Desiguales que lidero desde la Universidad del Rosario, hemos encontrado que la principal razón del éxito de la ciudad bonita hasta 2016 fueron los ingresos laborales que crecieron a ritmos muy acelerados para los más pobres de la ciudad. Pero en los últimos años los ingresos de los pobres y la clase media empezaron a disminuir, mientras que lo que ganaba el 10% más rico empezó a recuperarse.

Estos cambios en el comportamiento de los ingresos laborales fueron la principal causa de la evolución de la desigualdad de ingresos de la ciudad, ya que otro tipo de ingresos, como las ayudas por remesas o subsidios, han sido muy marginales en la ciudad.

En ese estado de cosas llegó el Covid a terminar de desplomar los ingresos laborales de los más pobres. Mientras que en Bucaramanga el ingreso del primer decil de población se contrajo en 73%, en otras ciudades esta contracción fue alrededor del 50%. Por otro lado, los más ricos de Bucaramanga fue también a los que mejor les fue, pues sus ingresos apenas se contrajeron en 2%.

Todo esto apunta a que el milagro bumangués estaba basado en la generación de empleos que chorreó e incorporó al mercado laboral a los más pobres mientras que a los más ricos les siguió yendo bien. Y si bien este era un patrón positivo, la realidad es que la dependencia en el ingreso laboral hizo que se descuidaran otras posibles fuentes de ingreso como los subsidios o las pensiones. Cuando llegó el Covid a acabar con los ingresos laborales de las personas, los ingresos por ayudas o por otras fuentes no pudieron compensar el golpe, como si lo hicieron en ciudades como Barranquilla.

Este resultado evidenció que para atender la desigualdad en Bucaramanga se hace necesario una política pública mucho más agresiva con relación a subsidios.

Silvia Otero-BAHAMÓN
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