Actuar con mesura no significa, necesariamente, que el ritmo sea lento o que el tiempo empiece a malgastarse, por el contrario, es avanzar a paso seguro pero corrigiendo los errores que hasta hoy se han cometido.
Juan Pablo Remolina
El río Magdalena: ¿de la muerte a la vida?
Tristemente, a veces toca que nos lo diga un extranjero para apreciar lo que tenemos. En este caso, el canadiense y autor del libro Magdalena, el río de los sueños, Wade Davis, lo sostiene con franqueza: “El Magdalena es la historia de Colombia. Todos tienen una amnesia sobre el río. Le dimos la espalda al río que le dio vida al país. La gente ha tratado el río como un cementerio y un basurero. Es el momento de devolverle todos estos años de indiferencia y darle la cara”.
No es para menos. El río Magdalena, con una extensión de 1540 kilómetros, atraviesa el país y pasa por 129 municipios y 11 departamentos. De ahí que se le conoce como “el río grande” o “el río de la patria”. Y en Santander tenemos el privilegio de que nos baña por todo el costado occidental. Al ser ribereños se nos abre una ventana única que nos conecta con el país y el mundo, así como a un ecosistema que se caracteriza por paisajes majestuosos y una rica biodiversidad y cultura.
De ahí que llena de esperanza que la anhelada APP del río Magdalena, que busca garantizar su navegabilidad durante todo el año desde Barrancabermeja hasta Barranquilla, esté próxima a obtener la aprobación por parte del Ministerio de Hacienda para que este año se logre su adjudicación. Según Pedro Pablo Jurado, director de Cormagdalena, el proyecto ha contado con un proceso riguroso de estructuración con participación de la academia, la banca multilateral, las comunidades e instituciones ambientales, entre otros.
De esta manera, la navegabilidad del río junto con megaproyectos como la Ruta del Cacao, la Troncal del Magdalena, la culminación de la Vía Yuma y la rehabilitación del corredor férreo La Dorada-Chiriguaná, hacen que Barrancabermeja y Santander se consoliden cada vez más como el principal nodo intermodal del país. El desarrollo logístico, social, turístico y económico que tendrá esta zona no tiene precedentes. Llegó el momento de apropiarnos de este sueño y de hacerlo realidad. Debemos conservar y aprovechar nuestra riqueza. Tal como le sucedió a Wade Davis, enfocarnos hacia el río nos permitirá pasar de mirar el mundo en blanco y negro a un caleidoscopio de colores.