Las graves consecuencias de la polarización política
Es innecesario explicar en este espacio el nivel de polarización política en el que se encuentra el país. Basta iniciar una conversación familiar o de amigos, dar un vistazo a las redes sociales o simplemente escuchar o ver un noticiero, para entender que lejos de que las pasadas elecciones hubieran dado por terminado el ambiente de pugnacidad nacional, hoy las posiciones son aún más radicales y la puesta en marcha del proceso de paz con las Farc se ha convertido en el detonante de una fractura nacional que no cede.
Pero aunque se piense que se trata solo de desencuentros y de una pugna política, las consecuencias que este ambiente polarizado ha traído al país comienzan a preocupar. Además del ambiente hostil, los resultados para la economía nacional empiezan a sentirse.
Según el gerente de la República, Juan José Echavarría, la economía del país comienza a mostrar signos preocupantes.
A un dólar disparado que no parece ceder y que según Echavarría podría corresponder a menores flujos de capital hacia el país, se une un crecimiento económico de solo el 2,3%, cuando se esperaba que este se ubicara en el 3,2%. Sectores como la construcción y la agricultura están parados y la inversión que venía creciendo al 9,9% hace un trimestre está hoy en 0,7%.
La economía se frenó. Y el ambiente de polarización política tendría gran responsabilidad en esta situación.
El escándalo desatado por la inconformidad del Gobierno con el artículo publicado por The New York Times hizo que el país estuviera en primera página del medio estadounidense, y que como consecuencia de los reclamos del Gobierno con el diario, el país fuera objeto de un duro editorial, donde se pone en entredicho la capacidad de la administración Duque de sacar adelante el acuerdo de paz. Ningún bien le hace a Colombia que estas sean las razones por las cuales aparezca en las páginas de medios internacionales.
No obstante, aunque las expectativas no son buenas, no se trata de entrar en pánico sino de tomar correctivos, pues a pesar de las malas cifras del último trimestre, aún la economía es sana, el sector financiero muestra cifras positivas, el índice de confianza industrial sube, la inflación está controlada, al igual que el gasto público. Es más, la calificadora Moody’s mejoró la valoración del país y los analistas aún están tranquilos.
Pero todo este ruido ha generado incertidumbre de los agentes económicos sin que se vislumbren aún sus consecuencias.
El Gobierno Duque debe entender que es el llamado a calmar los ánimos y bajarle el tono a esta polarización. Nada saldrá bien de esta constante de agresiones. Es el momento de entender que si no avanzamos y seguimos estancados en esta disputa, la senda del crecimiento será esquiva y el país será el único damnificado.