martes 11 de octubre de 2022 - 12:00 AM

Bucaramanga

El atleta santandereano que desafió a la vía entre Curos y Málaga

En un recorrido de cerca de 128 kilómetros entre Piedecuesta y la capital de García Rovira, un santandereano se enfrentó, tan sólo con sus piernas, a las adversidades de la geografía, el clima y el cansancio.

Los médicos le dijeron a Michel Stibenson Betancourth Rojas, un malagueño de 31 años, que por un accidente en motocicleta, su rodilla derecha no le serviría para volver a caminar, correr o practicar algún deporte. Era 2017 y Michel Stibenson sintió que todo en su vida se derrumbaba.

Cinco años después, todo cambio. Ahora este joven se convirtió en un destacado deportista de Santander. ¿Cómo lo hizo?

Arrancó un tratamiento con terapias, caminó, corrió, cambió su alimentación, sus hábitos de vida y obtuvo resultados. Su esfuerzo le dio para consagrarse en el atletismo de montaña y la escalada en roca.

La vida de Michel, desde su accidente, ha estado llena de retos. Participó en varias competencias, logró varios podios y se enfrentó a recorridos hasta de 80 kilómetros. No obstante, quiso ir más allá.

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La travesía

El pasado viernes, 7 de octubre, Michel Stibenson salió a la 1:15 a.m. desde la Tienda Museo Los Curos. Su meta era caminar y correr un recorrido de más de 120 kilómetros para llegar, con una llama olímpica, hasta el parque de Málaga.

Acompañado de su esposa, Lola Pineda Ramírez, quien lo escoltó en motocicleta, este atleta trotó desde Curos hasta La Ceba a donde arribó hacia las 2:30 a.m. Allí hizo una parada y comió arepa de avena, aguacate y miel. Continuó trotando hasta el alto de Guaca, e hizo su segunda parada en donde recargó energía con aguadepanela, mantecada y queso.

En el tramo que conduce de El Alto hasta Guaca, por trabajos de pavimentación que había en la zona, Michel Stibenson caminó. Aceleró el paso al llegar a Guaca y corrió hasta San Andrés, a donde llegó cerca de las 9:30 a.m. del viernes. Allí completó 73 kilómetros de su desafío. Hizo su tercera parada para desayunar con caldo de costilla, arepa, chocolate y pan.

A las 10:15 a.m. retomó camino, llegó hasta el imponente puente Hisgaura, caminó por varios kilómetros y hacia las 2:50 p.m. arribó al Alto de Miranda, sitio en el que se avista la capital de García Rovira, y donde en tan sólo 15 kilómetros se llega al casco urbano del municipio. Este tramo fue el más exigente para el corredor.

“La subida es muy larga y el clima cambia demasiado. Hizo mucho frío en una parte y en otro tramo el sol calentó de manera impresionante. En la parte final de la llegada al Alto comenzó a llover. El cambio de temperatura me hizo fatigar y tuve que recuperarme consumiendo uvas agras, banano y ciruelas que me facilitó mi esposa”, afirmó.

Para resistir los cambios de temperatura e hidratarse, el hombre se vistió con una camisa de licra, un rompevientos, manta térmica, medias y zapatos deportivos. También llevó gorro y cachucha para el calor y la lluvia.

En su maleta también hubo geles hidratantes a base de cafeína, suero, agua, frutas y medicamentos para el dolor. Asimismo, en la madrugada llevó una linterna para alumbrar el camino, prendas reflectivas y un pito para avisar a los automotores que por allí transitan, de su presencia.

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La preparación

Desde junio pasado inició su preparación física y mental para asumir el reto. “Entrené cada semana por cerca de cuatro días, corría entre 30 y 40 kilómetros en cada jornada, descansaba tres días. Tuve una muy buena alimentación y dormía al menos ocho o nueve horas cada día. En el momento de la carrera la mayor preparación es mental, creer que el cuerpo puede lograr el recorrido. Gracias a Dios se pudo lograr todo en el mismo día y sin ninguna lesión.

La llegada

Mientras el joven llegaba al alto de Miranda, una comisión de exalumnos del Instituto Técnico Industrial Emeterio Duarte de Málaga le venía siguiendo los pasos desde Bucaramanga. En una carrera de relevos se turnaron para llevar la llama olímpica con la que se celebraron los 60 años de la institución. Estos corredores llegaron al sitio en el que se encontraba Michel sobre las 5:50 p.m., tres horas después de su arribo. Toda la comitiva lo escoltó y llegó al parque de Málaga corriendo, tal y como se lo había propuesto. Fueron cerca de 15 horas de recorrido que terminaron en el municipio cuando su nombre se escuchó en el altavoz del evento central del aniversario del colegio.

Entre los momentos más emotivos de la carrera, según Betancourth estuvieron “la salida de una familia de campesinos que salieron a animarme, a decirme que le metiera ganas, esto mientras recorría el tramo Guaca - San Andrés. Otras personas también me recibieron en Pangote y al final, en el barrio La Floresta de Málaga, varios amigos y mi esposa me esperaron para felicitarme. Fue algo emocionante”.

Una de las más orgullosas con su logro, además de su pareja, fue Salomé, su hija de nueve años, quien le heredó su vena deportiva y se proyecta en la natación. El Atleta dijo que le enseña que la mejor recompensa al triunfo es la satisfacción personal.

La tradición de la llama

En tal sentido, el director de Indersantander y exalumno del colegio Técnico Industrial, Pedro Carrillo, manifestó que “fue muy satisfactorio ver este reto cumplido en los 60 años de la institución. Este se realiza cada cinco o 10 años de acuerdo con la tradición. El evento consiste en llevar una llama olímpica, por carretera, desde cada una de las ciudades principales en las que se encuentran sus egresados hasta el parque de Málaga”.

Carrillo explicó que “la llama es recibida por los estudiantes, la banda de marchas, las directivas del colegio y la comunidad malagueña y es el evento de cierre de la semana tecnológica que cada año adelanta el Instituto Técnico Industrial”.

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Comunicador social - periodista egresado de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Llega a Vanguardia en el 2012 al equipo web, trabajando en temas de movilidad e infraestructura. Ganador del premio departamental de periodismo Luis Enrique Figueroa en la categoría mejor trabajo audiovisual para Internet, en los años 2016 y 2021 y del Premio Silvia Galvis 2021.

@milvelosa

mvelosa@vanguardia.com

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