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Las grandes secuelas que deja en el personal de la salud la lucha contra la COVID-19
- Tomada El País/VANGUARDIA
Giselle Agudelo, enfermera coordinadora UCI en la Clínica Palma Real, afirma que hoy está agotada, y que este segundo pico de la pandemia es más fuerte que el primero porque hay muchos pacientes y están ingresando “en un estado más complicado”; Andrea Rubio, enfermera jefe y esposa de un intensivista manifiesta que los últimos meses a nivel familiar han sido de mucha tensión y ansiedad.
Y es que los ‘héroes’ de bata blanca, hoy están quizás en el punto más álgido de la misión. Después de diez meses de estar atendiendo pacientes COVID, luchando por lograr salvar vidas, e intentando permanecer invictos de la enfermedad; médicos, enfermeras, intensivistas, entre otros, manifiestan estar desgastados física, mental y emocionalmente justo en el momento en que se atraviesa el segundo pico de la pandemia.
Este panorama se vislumbraba meses atrás, cuando los estudios y análisis al personal de salud ya mostraban el agotamiento que sentían y las afectaciones en la salud mental. De hecho, un estudio del Centro de Excelencia en Investigación en Salud Mental de la Universidad CES de Medellín, el cual consultó personal de salud en Bogotá, Cali, Barranquilla, Medellín, entre otras ciudades, reveló que en julio del 2020, los médicos, enfermeras, auxiliares, fisioterapeutas eran susceptible a sufrir ansiedad, insomnio y depresión.
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La investigación que contó con el respaldo de la Iniciativa Mundial de Encuestas de Salud Mental, mostró que los médicos, por ejemplo, son los más afectados para todos los trastornos estudiados, al presentar el 35% ansiedad; el 26% depresión y el 13% insomnio; los enfermeros, el 27% padecía ansiedad, el 16% depresión y el 10% insomnio.
Estas cifras hoy se hacen palpables con los testimonios de estos profesionales y se reflejan en el Valle del Cauca, en donde 45 camas de UCI están deshabilitadas por falta de talento humano, y como lo señaló la secretaría de Salud Departamental, María Cristiana Lesmes, “es una situación que es muy difícil de solucionar”.
Y no es que los profesionales hayan abandonado la misión, sino que han debido retirarse porque se han contagiado de covid y están aislados; se han enfermado por otras patologías; tienen temor a infectarse y contagiar a su familia y por el agotamiento físico y mental debido a las largas jornadas de trabajo.
El personal de salud, como cualquier otro ser humano ha tenido que enfrentarse a sus propias necesidades, dice la psicóloga clínica Mabel Rojas Vélez, quien precisa: “ellos tienen que enfrentarse a familias distantes, al cambio de sus hijos en el colegio, pero además a los retos diarios que han llevado a que tengan más tiempo de trabajo, todo ello impacta su salud mental y emocional. Esta debería ser de más cuidado pero como son los más ocupados, son los que menos tiempo tienen para dedicarle al descanso y a su salud mental”.
En este sentido, la psicóloga clínica Jenny De la Rosa anota que “los profesionales que están al frente del cañón porque es su trabajo, los niveles de ansiedad, estrés son bastante altos. Muchos han manifestado su deseo de alejarse, tener un respiro, es normal que haya ese agotamiento”, asegura.
Desde el frente de batalla
La enfermera coordinadora UCI adultos de la Clínica Palma Real, Giselle Nicolle Agudelo Córdoba, es testigo de lo anterior y argumenta que “el pico que tuvimos en meses anteriores no fue tan crítico como el que estamos viviendo en este momento. El personal a nivel físico está muy agotado porque pacientes con COVID requieren una atención mucho mayor que otro tipo de pacientes”.
Y reitera que “ha sido muy difícil física como emocional; el primer paciente que falleció para nosotros fue muy duro, nunca habíamos tenido un paciente que tuviera que morir solo, sin que su familia lo viera, o estar allí haciendo una oración. Eso fue crítico”, relata Giselle, quien además agrega: “A nosotros nos prepararon para el manejo clínico del paciente, pero nadie nos preparó para el impacto psicológico y emocional que eso podría traer”.
La jornada laboral es agotadora porque aunque su horario culmina a las 6 de la tarde, nunca se desconecta. “Sigo conectada con el servicio todo el tiempo por el celular, a veces son la 1 o 2 de la mañana y estoy pendiente, si un paciente se complicó”.
Para el médico asistencial de la Clínica Versalles, Jhovan Andrés Orozco, el 2020 y el inicio de este nuevo año “ha sido complejo, el trabajo se ha duplicado porque las personas en UCI son las mismas, las enfermedades no bajan, ahora con la COVID se ha duplicado el número de pacientes, físicamente uno se siente más agotado, de hecho yo estoy joven tengo 34 años y no tenía ni una cana y este año me salieron todas”.
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El profesional, quien puede atender a diario un promedio de 27 pacientes en UCI (COVID y otras patologías), también tiene que estar dispuesto a atender las emergencias en la sala de urgencias, “puede llegar una persona en falla respiratoria entonces toca parar la revista (revisión de pacientes) y bajar y hacer la atención”.
Por otro lado, familiares que viven con profesionales de la salud refieren lo difícil que ha sido este tiempo. Andrea del Pilar Rubio Córdoba, enfermera jefe con magister en gerencia en servicios de salud, y esposa del intensivista Germán Ochoa cuenta que ya ve los efectos de estos meses.
“A mi esposo lo veo diferente, ya hay más tensión, angustia, lo veo presentando más síntomas de estrés, dolor de cabeza continuo. Este mes ha sido muy duro. Es muy doloroso ver el rostro de él, todo el tiempo marcado de la presión del tapabocas”, cuenta.
También, dice que ha sido duro para la familia, incluso, uno de los hijos tuvo que acudir a psicólogo: “Mi hija a pesar de que estudia medicina, psicológicamente le ha afectado mucho, de hecho tuvimos que recurrir a manejo por psicóloga porque tiene sentimientos de que su papá va a morir”, sin embargo, rescata que la pandemia les ha enseñado a valorar más a la familia.
Apoyo psicológico
De acuerdo con el psiquiatra Rafael Montagut en la mayoría de centros asistenciales se han abierto espacios para atención psicológica para quien lo requiera. “Hay personas que los usan (muy pocos) y otros no los usan porque tienen la falsa idea que “no es necesario” o porque la misma carga laboral no permite el acceso. La Asociación Colombiana de Psiquiatría también como asociación científica ha generado espacios de soporte emocional para el personal de salud”.
En sentido, la psicóloga Mabel Rojas, dice que “los principales retos son desarrollar estrategias de apoyo psicosocial al personal que está en primera línea porque son los más expuestos, para que tenga la posibilidad de tener una consulta psicológica, una terapia de expresión verbal, con contenido emocional para descargar toda la tensión que a diario están viviendo”.