Nos observan


La Primavera Árabe, el movimiento 15-M en España, los indignados griegos y el fenómeno MeToo en Estados Unidos. Todos ellos movimientos sociales que sacudieron el mundo en años recientes, originados por causas distintas pero con un patrón común: el poder de las redes sociales.
Protestas espontáneas, que nacieron en Internet sin líderes y sin organización, se propagaron por la red y se expresaron en el ámbito público, demostrando con ello ser el ‘arma’ más efectiva para congregar masas y hacer llegar el mensaje a todos.
Y lo más importante, las plataformas digitales se han convertido en una fuerza supranacional, cuyo alcance le otorga el poder real de cambiar la dinámica social de una manera audaz e impredecible.
Las cifras dan cuenta de este poder: existen 3.484 millones de usuarios activos en las redes sociales, es decir, un 45% de la población mundial encuentra en estas plataformas su interacción con el mundo.
Para Felipe Sánchez, director del Observatorio de Redes y Plataformas Digitales de la Universidad Sergio Arboleda, hay que tener presente que las plataformas digitales, lo que se define como redes sociales, no conocen el elemento de territorialidad al contrario de los Estados que por su propia naturaleza están suscritos a un lugar específico.
Y es allí donde radica su poder, “dado que no cuentan con un elemento de límite geográfico, sino que se puede acceder a ellas (redes) en cualquier parte del mundo, entonces tienen lo que ningún Estado del mundo tendría, la posibilidad de contar con millones y millones de seguidores con los cuales tener un contacto directo”, explica.
Una de las ilustraciones más contundentes de esta realidad es lo que pasó con la Primavera Árabe, que se despierta a través de la convocatoria del uso efectivo de las redes sociales, donde jóvenes llaman a marchas que terminan con esa hegemonía de dictaduras de más de 30 años en varios países de África, comenta Sánchez.
Otro aspecto a considerar, anota, es que plataformas como Facebook, Twitter e Instagram, utilizan sistemas de algoritmos que permiten identificar las preferencias de las personas.
“Lo que hacen es doxearte, extraer datos de información de los usuarios de las redes, conocen sus gustos y preferencias, y eso permite hacer una cosa que un Estado no puede hacer con facilidad y es enviar publicidad específica a un destinatario específico que puede tener interés en ella”, remarca el experto.
Si se suman todos estos factores surgen problemas como el de Cambrigde Analytica, consultora que en 2013 se apropió de forma indebida de información de unos 50 millones de usuarios de Facebook en Estados Unidos.
Ahora bien, advierte que es un acceso directo a la información de las personas “y ese poder lo tienen empresas tan grandes como Facebook que utilizan los datos personales más allá de la autorización o el objeto para el cual la persona los suministró”.
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Era del conocimiento
Diego Fernando Católico, director de la Especialización de Auditoría Internacional y Aseguramiento de la Información de la Universidad de La Salle, reconoce que el mundo se está moviendo en la era de la sociedad del conocimiento.
Esto tiene implicaciones, según él, “donde el desarrollo de los países se está dando y se espera se siga dando, a partir del manejo de intangibles, donde la información tiene un papel relevante” y marca diferencia a la hora de competitividad a nivel mundial.
Bajo esa lógica, Católico señala que se plantea el poder de la información, entendido a partir de los distintos tipos de información y los distintos emisores de información y a la luz de eso, de qué tipo de información se quiere transmitir y a qué usuarios se quiere llegar.
Además, resalta la intencionalidad que subyace a la información, donde el manejo la misma cambia tendencias e incluso interviene en comicios presidenciales como pasó en Estados Unidos con la elección de Donald Trump.
Desde el punto de vista del manejo de la información de las personas, hay un poder tan grande de las plataformas digitales, “y es tan grande, que nosotros como usuarios legitimamos ese poder”, a juicio de Óscar Toloza, experto en Comunicación Digital y docente del programa de Comunicación Social de la Unab.
“Hacemos que esa información y lo que esta allí sea legitimo, si no lo aprobáramos no habría tanto usuario activo o conectado en redes sociales”, subraya el experto, al advertir que son tan poderosas, que de hecho los mismos gobiernos las utilizan a su favor para campañas políticas o como herramienta de persuasión de audiencias.
Aunque aclara que el problema va más allá del poder en sí del mundo virtual, y se relaciona también con qué tan cuidadosas son las personas en cuanto al manejo de la información y el uso responsable dentro de las redes sociales.


Periodista de Vanguardia desde 1996. Egresada de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Editora de la sección de Tendencias y Vanguardia Kids. Editora nocturna.
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