El rebusque en el Centro: El pintor que retrata la humanidad y su crueldad en Bucaramanga
A propósito del reciente incendio que destruyó una buena parte de la selva amazónica, al preguntarle qué quiere reflejar con la obra, con un gesto de obviedad, contesta que se trata de la crueldad humana.
“Somos salvajes, inconscientes, no valoramos lo esencial, este cuadro representa el fin de la vida misma, por eso con mis pinturas quiero despertar sentimientos de reflexión y sensibilizar, es algo que el dinero no puede hacer, comprar la expresión de un artista, sus emociones y pensamientos”, dice el pintor.
Este artista de aspecto bohemio, con una peculiar forma de expresarse, en medio de sarcasmos, de risas y de términos santandereanos coloquiales dice que es “un pingo de pura cepa, que simplemente le gusta andar e ir de ciudad en ciudad llevando su arte a quien quiera apreciarlo”.
De sus 60 años, lleva 22 dedicándose al lienzo para pintar realidades y ficciones basado en lo que observa y en las fantasías que imagina, “para mí es tan natural, como un pez en el agua”, expresó.
Comenta que no es fácil para un pintor que vive en la calle, sostenerse de vender cuadros. “En ocasiones me toca empeñar los cuadros para irme a la casa, cuando hay buenas ventas, envío el dinero a mis hijos. Yo hago también esculturas pero no he podido por la cuestión de la plata, montar un taller ha sido siempre mi sueño”, contó Wilson.
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Sus demás obras se encuentran en una sala de exposición en el Hotel Morgan, ubicado ahí mismo en el Pasaje del Comercio. Afirma que sus referentes son los grandes artistas del realismo clásico como Miguel Ángel.
“Yo pretendo con mis pinturas que el observador deduzca e interprete el mensaje a su modo, no todos pensamos igual”, explicó.
Al hablar de otro de sus cuadros, una bella pintura, esta vez con un paisaje armonioso, lleno de vida, cuenta que de joven fue “un loco, perdí la vista del ojo izquierdo por andar de rebelde sin causa, pero eso no ha sido impedimento para acertar con el pincel en el lienzo”, finaliza.
Wilson asegura que gracias al pincel y a su talento, en un día bueno se pude ganar hasta $150 mil pesos. Pero como suele ocurrir con la inestabilidad de la economía informal, cuando no vende nada se ve obligado a empeñar algunas de su obras.
De las cosas que más le gusta hacer, mientras se le pasa el día, es hablar con amigos y colegas, compartir un ‘tinto’ y fumarse unos cuantos cigarrillos. El tema preferido... Las discusiones políticas y las mujeres. “Son las dos cosas que más le atormentan a un hombre”, dice.