Prosur: el nuevo rompecabezas
Para que Prosur como promesa de integración latinoamericana tenga una larga vida, deberá constituirse en una instancia libre del sesgo ideológico, y así no repetir los errores de la Unasur, actualmente condenada al fracaso.
Los expertos señalan que este nuevo organismo ha puesto el último clavo en el ataúd de la Unasur, mecanismo que surgió con la ola de gobiernos afines al famoso “Socialismo del Siglo XXI” en América Latina, pero incapaz de lidiar con situaciones coyunturales en la región, lo que sentenció su muerte.
Además, la crisis en Venezuela abrió las grietas de la mentada integración regional que impulsó el entonces presidente brasileño Luz Inácio Lula da Silva en 2008, que se agudizaron con la llegada al poder de la derecha en varios países en la región.
A todas luces, la apuesta de Colombia y Chile es reemplazar a la Unasur para construir un mejor escenario de cooperación entre países, y evitar que ésta siga siendo la caja de resonancia del gobierno venezolano.
Aunque su tarea primordial es la integración, a Alexander Emilio Madrigal, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional, le inquieta que el tema central sea la cuestión venezolana, lo cual, dice, no pareciera ser que se encuentre en el centro la integración.
En ese orden de ideas, especifica que tomando como referencia experiencias de esquemas de integración en el mundo, y particularmente en América Latina, es necesaria una agenda de integración política y económica que incluya una visión de la unidad latinoamericana, y comprenda la importancia y el sentido de la misma.
Incluso, pensar en la incorporación de América Latina en la agenda internacional, aún más allá de temas nacionales donde desde luego figuran aspectos como inserción económica, desarrollo, seguridad nacional, medio ambiente, derechos humanos, etc., explica el experto.
Otro componente a considerar, añade Madrigal, es la arquitectura institucional de Prosur como tal, es decir dónde va a funcionar o cómo va a estar organizada.
De otro lado, Geraldine Bustos, docente de la Facultad de Derecho y Ciencia Política de la Universidad de La Sabana, destaca que la creación de esta organización regional, que remplazaría a la Unasur, permitiría apuntalar las relaciones en América Latina.
“Todo esto en la medida en que la Unasur fue concebida desde sus inicios como un espacio de expansión de la política internacional de Lula”, recuerda.
El problema, según Jaime Alberto Rendón, docente de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad de La Salle, es que la Unasur fue una propuesta sin mayor peso político regional, que terminó siendo parte de todas las tensiones políticas que se armaron en el continente, considerados de izquierda y de derecha.
Entonces, observa que Prosur es “una reacción de los gobiernos de Colombia y Chile, de generar consensos en contra de Venezuela”.
Es contundente al señalar que Prosur será un nuevo organismo que tampoco tendrá mayor peso en el continente, lo cual se verá “reflejado en términos de una organización que se arma con ideas distintas en contra de Venezuela”.
Dada las necesidades que tiene el continente y el proceso de unificación e integración que ya se viene dando a través del Mercorsur, la CAN y la Alianza del Pacífico, Rendón considera que no es necesario un nuevo organismo multilateral, “sino fortalecer los que ya tenemos para que verdaderamente sean una opción real de comercio y de integración económica para el continente”, plantea Rendón.
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El centro de la división
“Las diferencias ideológicas que siempre han sido un punto divisorio algo que ha generado fracturas en la integración”, insiste Madrigal.
En efecto, subraya que el tema ideológico debe ser superado para hablar de integración, el cual considera “un bien superior sobre las ideologías”.
Sin embargo, lamenta la baja institucionalidad de los gobiernos, recordando las crisis que han ocurrido en países latinoamericanos, lo que a su juicio, demuestran que la política exterior finalmente se mueve bajo los caprichos de los gobiernos de turno.
Así las cosas, es difícil pensar en un proceso de integración enmarcado en este tipo de iniciativas, llámense Unasur o Prosur.
Rendón, por su parte, recordó que la integración de América Latina tiene que ver con lo que decía el Nobel Gabriel García Márquez, en el sentido de que “éramos estirpes condenadas a 100 años de soledad”.
Por ello reconoce que el proceso de integración en el continente ha sido difícil porque no ha habido ninguna intencionalidad de integración.
“Cada uno de los países ha tenido una visión muy distinta y cada uno de los países ha creído una idea de que los países somos competencias los unos a los otros”, describe el docente.
Rol de Colombia
En lo que respecta al papel de Colombia como abanderado de Prosur, Madrigal opina que tímidamente ha buscado un mayor liderazgo, pero “si no tenemos mayor visión y perspectiva realmente latinoamericana de integración e interés superior, no habría posibilidad de ello”.
Para Rendón, el liderazgo de Colombia y Chile, países que hacen parte de otros esquemas, como la Alianza del Pacífico, y que de cierta manera comparten una visión de la economía internacional y tienen cercanías ideológicas, “no logran ser dinamizadores de un proceso de integración regional”, es decir no convocan.
En su opinión, habría otro candidato a liderar, de mayor peso, aludiendo a Brasil, sin embargo sostiene que en el plano internacional no ha dado muestras en tal sentido ni ha desplegado alguna propuesta; lo mismo que México que tiene otra concepción ideológica y que por ahora está más centrado en temas de política interna.
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Periodista de Vanguardia desde 1996. Egresada de la Universidad Autónoma de Bucaramanga. Editora de la sección de Tendencias y Vanguardia Kids. Editora nocturna.
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