jueves 10 de diciembre de 2020 - 12:00 AM

¿Cómo han hecho los países asiáticos para controlar el coronavirus?

China, el país origen de la COVID-19, reporta poco más de 86 mil contagios, los mismos que registra a la fecha Estados Unidos en un solo día. Japón solo tiene 163 mil casos totales, Corea del Sur menos de 40 mil, Tailandia unos 4 mil y Vietnam no llega ni a 2 mil. ¿Qué han hecho estos países para contener la pandemia?

Según las cifras más recientes, Estados Unidos ya superó los 15 millones de casos de coronavirus, mientras que potencias europeas como Francia y Rusia tienen más de 2 millones y Colombia y Argentina tienen cerca de 1,4 millones.

La COVID-19 se expandió por todo el mundo ante la impotencia de los gobiernos de controlar el virus, que ha dejado 1’571.233 muertos en todo el planeta.

No obstante, mientras en occidente la enfermedad sigue creciendo con cifras preocupantes, en el este de Asia la situación parece controlada. China apenas pasa de 86 mil contagios, Japón solo tiene 163 mil, Corea del Sur menos de 40 mil, Tailandia apenas supera los 4 mil y Vietnam no llega ni a 2 mil.

Y Taiwán, uno de los países que siguió manteniendo un flujo constante de pasajeros con China, tiene solo 720.

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¿Qué han hecho estos países para controlar el virus? ¿Qué tienen en común y qué podemos aprender de ellos?

Si bien Japón y Taiwán son islas y esto favoreció su aislamiento, Vietnam y Tailandia son territorios continentales.

De hecho, regiones como Hong Kong y Singapur fueron los primeros en quedar expuestos, pero allí los casos no superan los 60 mil.

Y aunque algunos de estos países tienen gobiernos autoritarios, no se puede decir lo mismo de Corea del Sur, uno de los países con mayor apertura económica del mundo.


Lecciones aprendidas

Para los expertos consultados por Vanguardia, se trata de una mezcla de factores, que incluyen una mayor disciplina social y medidas de control adecuadas por parte de los gobiernos.

La experiencia con el Síndrome Respiratorio del Medio Oriente (MERS por sus siglas en inglés), que afectó en 2012 de manera grave a esos países, llevaron a que haya una mayor conciencia social sobre los efectos de los virus.

Dicha enfermedad presenta síntomas similares a los de la actual COVID-19, como lo es la fiebre, tos y casos particulares asintomáticos, pero con la diferencia de contar con efectos gastrointestinales y diarrea, lo que les permitió a las autoridades saber cómo organizarse para evitar colapsos en el sistema de salud.

Desde entonces, el uso de tapabocas, el distanciamiento social y la higiene personal se volvieron una constante cada vez que hay un brote de una enfermedad en esta región del mundo.

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Según el sociólogo y docente de la Unab, Eduardo Guevara, la diferencia radica en la disciplina y el control que ejercen los gobiernos sobre la población.

Afirma que en el caso de Latinoamérica, por ejemplo, las medidas sanitarias se han asumido con un carácter opcional y no de obligatoriedad, lo que produce un relajamiento de la población.

Una situación similar se da en Europa, donde ya se han registrado protestas en algunos países en rechazo al confinamiento, pues consideran las medidas exageradas.

Por el contrario, en el este de Asia, los ciudadanos acataron las medidas restrictivas sin cuestionamientos, pues confían en el criterio de sus gobiernos en estos temas.

Pruebas masivas

Por su parte, Corea del Sur también debe su baja cifra de casos confirmados gracias a la estrategia implementada en febrero pasado, que consistió en realizar cerca de 10 mil pruebas diarias y gratuitas con el fin de aislar los casos positivos. Esto provocó que los contagios se estabilizaran en menos de un mes.

Según el investigador Jongeun You, de la Universidad de Colorado (EE.UU.), “Corea del Sur tiene una estructura cultural e institucional mayormente homogénea, lo que permitió que las políticas establecidas por el gobierno fueran efectivas” y acatadas.

Otros factores determinantes

Países como Tailandia y Taiwán no han mostrado aumentos significativos desde el inicio de la pandemia y como China, han logrado estabilizar el número de contagios nuevos por día. Por otra parte, países como Malasia han presentado un incremento considerable en el último mes. La razón de esto puede explicarse por la aparición de una nueva cepa de coronavirus (D614G), que las autoridades de países de la región como Filipinas, han asegurado que es más potente.

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El uso de la tecnología

Por ello los demás territorios del mundo, que no habían presentado una situación similar, recibieron un golpe más lento y fuerte de contagios. Al comparar China, Corea del Sur y Japón, con países latinoamericanos y Europa, hay una brecha en cuanto a tecnología y desarrollo que no permitió que las autoridades tuvieran una alta cobertura médica para tratar a los pacientes.

En Honk Kong, por ejemplo, los extranjeros debían llevar puesto un brazalete electrónico para medir la temperatura, estrategia que también implementó China en los estudiantes tras su retorno a clases presenciales.

Una medida similar de control a través de tecnología en Latinoamérica o Estados Unidos es improbable, pues gran parte de la población considera esto una invasión a su privacidad y un posible exceso de control por parte del Estado.

De la misma forma, es impensable que la gente en esos países permita que lo rastreen a través de una aplicación de ‘smartphone’.

Según Ooi Eng Eong, profesor de enfermedades infecciosas en la Universidad Nacional de Singapur, "la forma en que (en China) dieron un paso adelante y examinaron a la población fue realmente notable", pues el desarrollo y preparación del país dio paso a que en Wuhan pudiesen construir un hospital con 1.000 camas en tan solo ocho días. Otro hecho que difícilmente ocurriría en un país como Colombia.

El factor aislamiento en algunos países

El tema del aislamiento, aunque es importante, no necesariamente es determinante. Por ejemplo, Nueva Zelanda y Gran Bretaña parecen comparables por ser islas y tener medidas similares.

Sin embargo, el contexto geográfico de la primera y su densidad poblacional evitaron que el impacto en esta fuera de magnitud similar a la del país europeo. Cerca del 2,5% de la población británica ha estado o está contagiada, frente a un 0,04% en el país oceánico.

Además, un factor importante en el caso de Europa es la facilidad para cruzar fronteras por el contexto político de la Unión Europea. Esto ha generado que varios países que comparten límites geográficos, hoy compartan cifras similares de contagios.

En Nueva Zelanda, se le atribuye el éxito frente a la pandemia y una erradicación casi total de la enfermedad a la estrategia implementada por la primera ministra Jacinda Ardern que permitieron una reacción rápida ante la llegada del virus al país. Entre otros protocolos, se decidió vetar el ingreso de cruceros al país, sacrificando así uno de los puntos fuertes de su economía.

Otro factor importante en el caso de Europa es la facilidad para cruzar fronteras que existe por el contexto político y económico de la Unión Europea. Esto ha generado que varios países que compartían atractivo turístico hoy compartan cifras similares de contagios. Adicionalmente, diferentes olas de manifestaciones en contra del confinamiento han comprometido la seguridad sanitaria de países como Alemania y España, donde se rechazó el confinamiento inicial.

Las segundas olas en Europa, producto del relajamiento de la gente

Si bien China reactivó su economía para recuperarse, no ha sufrido un aumento drástico de casos como sí se está dando en los principales países europeos. El verano, o temporada de vacaciones a nivel mundial, representó una relajación en el cumplimiento estricto de los protocolos a lo largo del mundo. España y Francia son un ejemplo de este aumento significativo de casos nuevos de coronavirus que se dio desde julio, por lo que actualmente han superado el millón de contagios y dos millones en el caso del territorio francés. En cambio, los países asiáticos en cuestión han mantenido sus casos tras la apertura gradual de sus economías sin presentar nuevas situaciones de emergencia pública.

En cuanto a América, luego de que se hubiese declarado pandemia el 11 de marzo de este 2020, Estados Unidos se sitúa como el país con más casos en el mundo, sumando cerca de 14 millones de casos confirmados. Es decir, por cada millón de habitantes, 42.589 han dado positivo para COVID-19. No obstante, la cifra no ha sido alarmante teniendo en cuenta que el país cuenta con más de 330 millones de habitantes.

Este incremento se ha dado desde mediados de marzo, cuando se empezaron a registrar miles de casos al día debido a que el país no aplicó medidas estrictas de confinamiento y bioseguridad, ya que el Gobierno no quiso alarmar a los ciudadanos y se le dio prioridad al mantenimiento de la economía nacional. Actualmente la cifra sigue en aumento constante y el epidemiólogo Michael Osterholm, miembro del grupo de trabajo sobre el coronavirus de Joe Biden, advierte que la situación es crítica pues el gobierno saliente no parece interesado en aplicar medidas de mitigación en lo que queda de su cargo.

En Latinoamérica, bien al comienzo, pero luego...

Por otra parte, como se mencionó anteriormente, el caso de Latinoamérica se debe principalmente a la flexibilidad de las medidas con relación a la disciplina que tuvo la población general para acatarlas. Adicionalmente, el contexto político no es comparable con el visto, por ejemplo, en Europa.

Si bien, geográficamente se podría esperar una cohesión que habría generado crisis sanitarias simultáneas en varios países, los sistemas políticos y sociales de cada uno difieren lo suficiente para explicar por qué en países como Brasil se alcanzaron primero los 100.000 casos que en un país cercano como Argentina, con una diferencia de más de un mes (mayo 3 y julio 12 respectivamente).

Contemplando las razones dadas por el sociólogo, es importante que la población se acoja de forma más consistente a las medidas implementadas para contener la crisis sanitaria. Igualmente, es necesario que no se baje la guardia cuando los contagios parecen reducirse.

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